La excusa que mantiene nuestro alcalde para la retirada del punto de presupuestos en el último pleno es tan absurda que hay que sostenerla a base de mentiras.
Resulta sorprendente tener que aclarar conceptos que no solo se confunden y se mezclan por ignorancia, sino que en ocasiones se confunden con mala fe, se confunden por motivaciones interesadas. Enseñar, inculcar, fomentar, valores universales como la libertad, la tolerancia, la solidaridad, o el respeto a diferente, es educar. Es hacer mejor a la persona, es facilitar la convivencia. Independientemente de sus creencias religiosas o políticas; independientemente de los conflictos en los que se encuentren sumidos. Educar es enseñar valores universales.
Si buscas concepto “afinidad” en la RAE encontrarás en sus acepciones conceptos como: “proximidad, semejanza”, “adecuación de opiniones y gustos”, etc.
Debería preocuparnos a todos los demócratas que una generación de jóvenes de hoy desconozca, o lo que es peor, que no quiera saber nada de nuestro sistema de convivencia; jóvenes que no estén interesados por conocer, y comparar con el pasado reciente, nuestro sistema de derechos, libertades, principios y valores inherentes a la Constitución, que son, nada más y nada menos, que la base de nuestro marco de convivencia, en España y en Europa.
Como aún no han terminado las navidades, Manolo y un servidor hemos decidido tomar una copichuela para celebrarlas y así aprovechar el rato para intercambiarnos la lotería que llevamos para el Niño, porque en la del veintidós nos ha tocado la pedrea y hemos vuelto a echar lo jugado. Seguro que al final nada de nada, pero en fin, que la ilusión nunca se pierda.
Momento de cambios. Nos vamos a quitar de fumar, vamos a ir al gimnasio, nos vamos a portar mejor con la familia. Año nuevo, vida nueva. En este final de 2024, visto el panorama político que padecemos, se me ocurre añadir un análisis, una enmienda, y un cambio de orientación, que añadido al propósito de todos los años puede hacernos mejores, y hacer mejor la vida de los que nos rodean. ¿No será que hemos elegido mal nuestro enemigo? ¿Por qué no cambiamos ciertas actitudes que nos hagan distinguir con claridad, cuál es nuestro objetivo último y cuales los caminos para conseguirlo?
Alguna vez se engendraron sueños en las alcobas y se repartieron porciones de tarta en los cumpleaños.
¡Qué ingenuos! Ingenuos los que pensaban que iban a pedir perdón por haberse equivocado. Cuando se dijo que el Fiscal General del Estado había enviado correos, los que lo dijeron sabían a ciencia cierta que era falso. Era un bulo para desprestigiar a la Fiscalía General, y de paso al Gobierno de Pedro Sánchez. Aparece el informe de la Guardia Civil confirmando que no hay mensajes en el correo de la Fiscalía, y en lugar de pedir perdón, como algunos ingenuos exigían, tapan el bulo con otro bulo: Los mensajes del Correo de García Ortiz “han sido borrados”.
Para Mercedes Rodríguez Prieto, mi compañera del alma, porque hoy, cuando lleguen las dos de la tarde, cerrará su aula por última vez y pondrá fin a toda una vida dedicada a la enseñanza.
Una vez más le animo a comprarse algo de ropa, qué bien te sienta le digo y, desde el probador, ella me sonríe con su nueva camisa. Para corresponder quiere regalarme un libro. Elige, me dice. ¿Pero qué título?, ¿de qué genero?, me pregunto interiormente. Reviso las estanterías de la librería y me decanto por el primer volumen de memorias del escritor valenciano Rafael Chirbes. He leído algunos libros suyos bastante interesantes, pero veremos qué tal resultan los "Diarios, a ratos perdidos 1 y 2".
Parece que no. El presidente del Gobierno tiene la impresión de que se ha avanzado; y sobre todo, que ha sido mucho menos tensa de lo que se esperaba. Claro, es comprensible. Pedro Sánchez acostumbrado a las sesiones de control en el Congreso de los Diputados, ha debido sentirlo como un respiro. Bueno. Nos conformaremos con eso. La verdad es que hablar durante cinco horas, de manera civilizada, sin tener enfrente quien le llame “traidor y miserable”, ya es un avance. Yo diría, un pobre avance. No han llegado a ningún acuerdo sobre los cuatro grandes temas planteados, pero han quedado emplazados a seguir hablando, que no es poco.
En toda Europa, pero en especial en España, desde hace muchos años, algunos políticos, pensadores y analistas, vienen tratando de concienciar a la sociedad sobre la necesidad de una “Educación en Civismo y Democracia”. La razón es muy sencilla, y que toda inteligencia honesta puede detectar: una enorme desafección política, comportamientos y actitudes de indiferencia por los problemas de la colectividad, a parte de corrupción, intolerancia, violencia dialéctica, polarización, xenofobia o fundamentalismo; así como una falta de sensibilidad hacia los más vulnerables.
Tanto monta, monta tanto. En estos momentos, las derechas en España no se distinguen. El relato, el discurso y la estrategia son calco, una de otra. La impresión que tengo es que en los países de nuestro entorno, no es así. Existe una clara diferencia entre derecha y ultraderecha. Quizá porque son, han sido, diferentes desde su origen. En España los pertenecientes a la llamada ultraderecha, han estado integrados en el Partido Popular hasta hace un cuarto de hora.
Ni tengo la camisa negra como dice Juanes, ni me la rompo como cantaba Camarón. Pues menudo anda el patio para escoger entre los límites que propone la formalidad o la tristeza de un funeral frente a la alegría desbordada de una boda. Bastante tengo con procurar salir indemne de la aparente calma que me plantea la vorágine diaria. Porque, aunque quisiera, no soy capaz de vestir una camisa distinta cada día.
Sí. Eso es lo que me embarga, y lo que palpo a mi alrededor: “Una tremenda preocupación” ¿Hasta dónde va a llevarnos esa situación? Salgo a la calle, y apenas nos hemos saludado, inmediatamente, la pregunta: ¿Qué me dices? ¿Cómo está el patio político? Y dentro de la variedad en las opiniones, según los diferentes posicionamientos, -cosa lógica- hay una cuestión en la que, con mayor o menor intensidad, todos coinciden: la decepción de un Feijóo que llegó a la política nacional para situar al Partido Popular en el centro, en la moderación. Y mira donde está.