lunes, 18 de agosto de 2025, 20:17

Una realidad estable

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La tensión que algunos introducen en el debate político, solo conduce a esconder la realidad social y política de la que disfrutamos en este momento. Llevamos, afortunadamente, cincuenta años de democracia. La más larga etapa de convivencia en paz entre los españoles. La etapa en la que se han producido los mayores avances en beneficio de los ciudadanos. Hasta los que se quejan de lo mal que estamos, son conscientes de esta realidad. Que no lo quieran reconocer es otra cosa. Y sí: la tensión esconde esta realidad. ¿Se es consciente de la intención de esta tensión? ¿Es más importante derrotar al adversario que reconocer la realidad?


Son muchos. Pero uno de los avances más destacados es, el funcionamiento de “un sistema parlamentario” propio de las democracias avanzadas. Las disputas, normales en el debate político, no pueden ir encaminadas a esconder que nuestro sistema parlamentario está funcionando. A pesar incluso, del espectáculo bochornoso que a veces tenemos que aguantar. Un parlamento elegido con la libertad, de un voto universal, que cumple rigurosamente los dos principales objetivos: Elegir al presidente del Gobierno y promover las leyes que rigen nuestra convivencia.


Es lamentable que haya que recordar lo obvio. El gobierno de coalición, presidido por Pedro Sánchez, lleva siete años trabajando por avanzar y mejorar los derechos y libertades propios de una democracia. Eso tiene una palabra: “Estabilidad” Todas las leyes que han salido adelante han sido posible porque ha logrado más de 176 votos. Esa es la realidad que algunos no quieren ver. Algunos, a los que esta situación no les agrada, quieren dibujarnos un panorama de inestabilidad, con la pobre y única razón de que Pedro Sánchez tiene que estar pactando siempre; mendigando.


No. Se equivocan. Todavía no han asimilado que las mayorías absolutas, propias del bipartidismo pasaron a la historia. Eso no va a volver. Hablar, debatir, ceder, pactar, consensuar, no son sinónimos de debilidad, ni mucho menos de inestabilidad. Todo lo contrario: son un claro síntoma de fortaleza. Es la fortaleza que tiene quien es capaz de hablar con los demás, así de sencillo. Por mucha crispación, bulos e insultos, que se siembren, no se va a ocultar la realidad. Y la realidad es que, por primera vez, tenemos un gobierno, que tiene que tender puentes para llevar a cabo su programa progresista. Estabilidad, fortaleza, convivencia y bien común.



Julio García-Casarrubios Sainz

http://juliocasarrubios.blogspot.com