martes, 15 de julio de 2025, 06:01

El mal de la corrupción

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Santos cerdan

EFE



Ante situaciones difíciles se imponen soluciones, muy estudiadas, pero valientes y decididas; sobre todo contundentes. Al Partido Socialista, al Gobierno, y de forma muy directa a su presidente le ha sobrevenido una grave emergencia. Sí, emergencia. Una emergencia, que si no se sabe, o no se tiene la voluntad política de afrontar, puede ser letal para el partido y para el Gobierno. Es urgente tomar medidas, como las que nunca se tomaron, frente a la corrupción. La corrupción ha existido, y continúa en pleno apogeo porque no se han tomado medidas definitorias.


Se puede, y se debe, valorar la gravedad del caso en comparación con otros; se puede caer en el conformismo de que se ha sabido reaccionar, como otros no lo han hecho. Vale. Todo eso está muy bien, y es bueno, y conveniente mostrarlo; pero es honestamente insuficiente. Porque, visto lo visto, encontrar a los culpables, y sancionarlos, es necesario, pero no suficiente. La corrupción es algo que va más allá de los Gürtel o de los Cerdán. La corrupción es una lacra que daña los mismos cimientos de la vida política, de las instituciones y de la democracia.


O la democracia acaba con la corrupción, o la corrupción acaba con la democracia. Así de claro; así de urgente. Alguien tiene que ser el primero en poner pies en pared. Estamos ante una situación grave, pero propicia para ponerse a trabajar. Alguien tiene que empezar el corte. Las medidas aprobadas en el Comité del PSOE, están muy bien como medidas internas. Pero ahora toca ir al Congreso a legislar; a plasmar en el BOE medidas que hagan frente, de una vez por todas, a la corrupción.


El día 9, el presidente Sánchez debe presentarse en el Congreso con propuestas, que afecten a todos: “Un pacto anticorrupción”, -a ver si el PP vota en contra-; y medidas legislativas como suprimir los aforamientos a los corruptos, o suprimir la prescripción para delitos de corrupción; o sobre la devolución de lo robado; o medidas para acelerar las investigaciones judiciales; y otras por el estilo. La corrupción es por sí misma muy grave, pero, además, implica la falacia de ocultar otros debates muy importantes para que la sociedad avance, desviar el punto de mira, de otros asuntos que afectan directamente al bienestar de los ciudadanos, o, peor aún, aprovechar la corrupción como estrategia electoralista para dañar al adversario.




Julio García-Casarrubios Sainz

http://juliocasarrubios.blogspot.com