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Es tarea urgente limpiar la política; urgente y necesaria. La política es algo grandioso, sublime. No hay nada más grande y elevado que detectar, analizar, estudiar y resolver, los problemas que le afectan a los ciudadanos. Eso es la política. Aquellos que dicen: “yo no quiero saber nada de la política”, se equivocan. Los ciudadanos tenemos el derecho y la obligación, de tener muy presente la tarea que desarrollan los partidos, porque en ello nos va nuestra propia supervivencia, nuestro bienestar social y nuestros derechos y libertades.
Otra cosa es que, por desgracia, hay líderes que, en lugar de dedicar su actividad a los intereses de los ciudadanos, la dedican a ensuciar la política. Pero también, los ciudadanos tenemos el derecho y la obligación de detectarlo, y denunciarlo. La política se ensucia por dos acciones: la más visible y escandalosa, es la corrupción; políticos que centran su actividad pensando en llenarse los bolsillos. Lo estamos viendo, y lo hemos visto. Ninguna casa está libre de encontrarse con alguno de estos elementos. Por eso, no vale el: ¿y tú? Hay que proponer reacciones y medidas.
Y la otra acción, tan visible y dañina, como la anterior, consiste en poner en marcha estrategias que no vayan encaminadas al bienestar de los ciudadanos, sino a sembrar de ruido y fango el campo de la acción política, sin otro objetivo cortoplacista, que dañar la imagen del adversario. Esta actitud, ensucia, tanto o más que la corrupción; y también aparecen, por desgracia, en diferentes espacios, -en unos más que en otros-. Estas dos basuras, hay que limpiarlas. Y los líderes y partidos, que más empeño pongan en lograrlo ganarán la batalla.
Una política sin corrupción y sin crispación, es aquella que presenta debates serios y constructivos; aquella que presenta diversas opciones y soluciones. Luchar sí, con energía, honestidad, y convencimiento. Luchar por ver quien aporta lo mejor, sobre, salarios, pensiones, vivienda, impuestos, desigualdades; exponer la postura de cada uno, respecto a la posición que debemos adoptar en Europa y en el mundo; tender puentes y diálogo entre territorios; presentar soluciones a los retos que se avecinan. No hay que tener miedo a ese debate; hay que preparar un proyecto y defenderlo. Eso es una política limpia; y que gane el mejor.
Julio García-Casarrubios Sainz