El pasado 14 de abril se cumplieron 94 años de la proclamación de la Segunda República. Olvidar el pasado es renunciar al aprendizaje que nos proporciona. Una sociedad que renuncia a conocer su pasado, está renunciando a mejorar el presente y su futuro. No es remover heridas del pasado; aunque eso sea lo que dicen aquellos que, parece como si les molestara que se conozca la verdad. Conocer el pasado, es un aprendizaje imprescindible para proyectarnos hacia un futuro mejor.
Ahora que se cumplen los 50 años del fin de la dictadura, es la ocasión de analizar con rigor, porqué se produjo la dictadura; es el momento de estudiar sin pasión y sin rencor como se llegó a cuarenta años de dictadura de la ultraderecha. Y para ello es imprescindible empezar por la proclamación de la Segunda República; porqué se produjo; porqué fracasó; y porqué fuimos en sentido contrario a lo que se estaba cociendo en el resto de Europa. Siempre nos ha pasado, -menos ahora-: que Europa ha ido por un camino y España por otro.
La República no fue, como algunos quieren vendernos, una revolución de malvados izquierdistas que pretendían acabar con los valores tradicionales de la patria, con el orden establecido, con la grandeza y la unidad de España. No. Fue un intento serio de todos los que querían, -izquierdas y derechas-, acabar con las monarquías absolutistas y democratizar el país; acabar con la discriminación de la mujer; avanzar en derechos y libertades; y situarnos en los niveles europeos de cultura y bienestar social. Y eso era, precisamente, lo que la ultraderecha quería impedir a toda costa.
Y fracasó. Por la persistente y eficaz oposición de la ultraderecha, y por la debilidad, y los errores que se cometieron desde la propia República. Por eso fracasó, y por eso vino el Golpe de Estado. Porque no fue lo que nos han contado; fue un Golpe de Estado, en toda regla, que en principio fracasó, y se fue convirtiendo en una Guerra Civil. Y a partir de ahí, todos sabemos lo que ocurrió. Los que no lo saben, es que siguen sumidos en el engaño, o quieren seguir engañándonos. Cada día que pase sin un conocimiento honesto de la realidad, es un día perdido en la construcción de un futuro mejor y sin los mismos riesgos.
Julio García-Casarrubios Sainz