jueves, 1 de mayo de 2025, 00:47

Igualdad de oportunidades

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Cuando una sociedad se encuentra con índices de desigualdad muy elevados, se encienden todas las alarmas. Es el síntoma más claro de que esa sociedad no circula por buen camino. Es la peor de las enfermedades que puede sufrir esa sociedad. Es el mayor de los males a combatir. Si echamos un vistazo a los países en donde reinan a sus anchas las desigualdades, vemos a una inmensa mayoría viviendo en los umbrales más bajos de pobreza. Se hace necesario y urgente tomar las medidas adecuadas para acabar con esas desigualdades. Pero como los que ocupan los lugares más altos son los que tienen poder para decidir, las desigualdades continúan.


¿Se combate la desigualdad con igualdad? No. Forzar para que todos seamos iguales es un error que ya se experimentó en 1917. Fue el mayor fracaso acontecido en la historia de la humanidad. La desigualdad se combate con igualdad de oportunidades. El Estado, como máximo responsable de ese colectivo, tiene la obligación de poner a disposición de todos sus miembros la posibilidad de progresar y alcanzar los niveles deseados. Ser iguales es imposible, pero tener las mismas posibilidades es posible y recomendable. No podemos privar a nadie de alcanzar el puesto que desee.


Ese es el camino. Poner los medios, y que la falta de posibles no sea impedimento para conseguirlo. Ese, y no otro debe ser el destino de los servicios públicos. El Estado tiene la obligación de poner a disposición de todos los ciudadanos los servicios públicos que le permitan alcanzar el nivel deseado. La universalización de la Educación, a todos los niveles, hay colocarla en el centro de las actuaciones del Estado. La educación primaria, secundaria y superior tiene que estar al alcance de todo el que quiera aspirar a ella. Una universidad pública, gratis, y de calidad, tiene que ser asequible a todos. No debe ser un privilegio para los que puedan pagarlo.


Si un ciudadano quiere y puede ser ingeniero, la sociedad tiene que ponerle los medios para que lo sea. Habrá desigualdades si sus posibles económicos se lo impiden. ¿Estoy negando la posibilidad de universidades privadas? No. Vivimos en una sociedad libre y quien quiera puede crear un centro. Lo que no se puede permitir es que con dinero público, dinero de todos, se favorezca la privada, para que haga negocio e ideología, en detrimento de la púbica, que no está para hacer negocio, sino para prestar un servicio indispensable si queremos igualdad de oportunidades.



Julio García-Casarrubios Sainz

http://juliocasarrubios.blogspot.com