miércoles, 8 de mayo de 2024, 14:40

El 11-M, y las mentiras

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Se cumplen veinte años del hecho, quizá más lamentable, de nuestra historia democrática. El más lamentable por doble motivo. Lo primero y principal, porque supuso la muerte de 192+1 personas inocentes, casi dos mil heridos, y mucha gente marcada de por vida. Pero también, el más lamentable, porque supuso colocar “la mentira” como base de una estrategia electoral. No era la primera, ni iba a ser la última; pero sí que esta mentira adquirió tintes de una extrema gravedad. Iba a suponer, -ha supuesto-, el punto de partida de una crispación insoportable.


Sí. La mentira crispa los nervios del más calmado. ¿Quién no ha mentido alguna vez? La mentira es consustancial a la debilidad humana. Porque no sabía que estaba mintiendo, porque las circunstancias cambian con el tiempo; porque pretende conseguir “un bien legítimo”. Está mal; pero puede llegar a ser comprensible. El problema es que la mentira del 11-M buscaba un interés espurio, y trajo consecuencias irremediables. Se mintió, a sabiendas de que se mentía, con el fin de no perder las elecciones, que tres días después, se perdieron.


Y se perdieron porque la sociedad en su conjunto se sintió engañada. Era demasiado burda, demasiado evidente. La sociedad se enfadó, como se enfada cualquiera que se siente engañado. Las discusiones crispadas, y faltas de verdad y respeto, suelen tener como origen una mentira. No existe forma más eficaz para hacer perder la paciencia, la serenidad, el equilibrio, que escuchar una mentira a sabiendas de que te están mintiendo, a sabiendas de que el que miente sabe que te está mintiendo. Surge una impotencia tan grande que solo cabe enfado, enfrentamiento, pérdida de papeles, pérdida de las buenas formas, de la educación. Crea odio.


No era la primera. Llovía sobre mojado. Ya sabíamos que no hubo armas de destrucción masiva, ya sabíamos que no se habían identificado los cadáveres del Yak-42. La gente volvió a sentirse engañada, y estalló, incluso saltándose las normas de una jornada de reflexión. Cuando una sociedad se siente amenazada tiende a unirse al Gobierno, -si se hubiese dicho a verdad-. Pero, se equivocaron; optaron por la mentira, y perdieron el apoyo de la ciudadanía. Y lo peor de todo, es que se ha impuesto en la actividad política, la mentira, la crispación, y el odio al adversario. ¿Los forjadores y continuadores de aquella gran mentira pedirán perdón algún día?




Julio García-Casarrubios Sainz

http://juliocasarrubios.blogspot.com