miércoles, 30 de abril de 2025, 17:34

No confundamos

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Foto: Matias Chiofalo /EUROPA PRESS


A muy pocos días de iniciarse oficialmente la campaña de las elecciones generales a celebrar el 23 de julio, ya se empieza a vislumbrar que la desinformación y la manipulación van tomando cuerpo. Alguien pretende hacernos ver que en España hay dos extremos radicales, tanto en la derecha como en la izquierda. No. Falso. Radicalmente falso. No es lo mismo radical que ultra. Lo radical está, todo lo escorado que queramos, pero no se sale del campo de juego. Lo ultra está fuera de ese campo. Traspasa las líneas rojas que delimitan el campo de acción.


Para que se nos entienda utilizaremos los términos derecha e izquierda, aunque a mí, personalmente no me gustan. Son términos clásicos que no definen bien la situación sociológica de este momento. Creo que la política actual se mueve más entre conservadurismo y progresismo. Pero hablemos de derecha de izquierda. En ambos campos hay un amplio abanico que va desde posiciones más al centro, a posiciones más extremas, más radicalizadas. Pero sin salirse del campo de juego, tanto en la derecha como en la izquierda. Si apartarse de las reglas.


Puede haber sectores todo lo escorados que queramos, pero dignos de todo respeto, porque en ningún momento se salen de la democracia. Tanto desde el territorio histórico, como en el terreno constitucional, hoy, la democracia constituye el marco aprobado por todos para desarrollar la actividad económica, política y social. La grandeza de la democracia es que admite todos los posicionamientos con absoluta libertad, pero dentro de unos cánones de respeto y tolerancia. Son las normas que nos hemos dado constitucionalmente para una normal e inclusiva convivencia.


Pero otra cosa muy distinta es salirse de ese marco. Eso ya no es radicalismo, eso es exclusión. Deslegitimar, sembrar miedo y odio, no aceptar al diferente, es atentar contra la deseada y normal convivencia, es romper la baraja. El negacionismo, la destrucción de lo que hemos construido, la xenofobia, el racismo son incompatibles con la democracia. Es un peligro que nos acecha. Y lo más grave que está llegando, que está ahí, es, que partidos que suponíamos dentro del campo de juego, acepten como normal esta actuación y la asuman como propia. Es una irresponsabilidad gravísima. Una sociedad asentada en la democracia no lo puede permitir.



Julio García-Casarrubios Sainz

http://juliocasarrubios.blogspot.com