Lo ocurrido la semana pasada en el seno del Partido Popular es muy significativo, aunque a nadie nos sorprenda. Es un partido que lleva sumido en una corrupción sistémica desde los tiempos de Aznar. Algunos dirán: ¿y los demás qué? Sí, sí. Quien esté limpio que tire la primera piedra. De acuerdo. Pero salir por peteneras diciendo: ¿Y los Eres qué? ¿Y Paracuellos qué? No arregla nada; no justifica nada; no esconde el problema de una corrupción generalizada en el espacio y en el tiempo. El ventilador no ha dado resultado. Las inercias de la corrupción siguen y siguen; y seguirán. No hay arrepentimiento ni propósito de la enmienda.
Un partido, si quiere ser creíble en sus promesas de limpieza, no debería haber presentado nunca a una candidata para gobernar Madrid acuciada por casos de corrupción. Error de sus dirigentes, y error de sus votantes. No le echemos toda la culpa a Casado y compañía. Los votantes son igual de responsables. Cuando un político o política con un oscuro expediente, se ve elevada a la cúspide del poder va a seguir. Se siente impune. Los suyos la aclaman injustificadamente. Aunque lleguen a ser máquinas de ganar elecciones. Hacen daño a su partido y a la democracia.
¿Ayuso o Casado? Monta tanto. Ahora parece que el centro del problema es quien va a caer, si Ayuso o Casado. El Partido Popular se equivocará si se posiciona en centrar el problema en eso. El partido es mucho más que Ayuso o Casado. El Partido Popular tiene que adoptar la posición de un partido liberal, conservador y democristiano. Tiene la necesidad imperiosa de centrarse en la problemática social y política de España. La historia corrupta del PP no la van a borrar, escondiendo las vergüenzas, atacando a Pedro Sánchez, y ahora, atacándose entre ellos.
Resulta lamentable y esperpéntico, ver a compañeros de partido, claramente tocados por la corrupción, salir al espacio público a posicionarse con Ayuso o con Casado. Es un partido que no ha aprendido de sus errores; siguen pensando que lo mejor es taparlos. No. Tapar no es limpiar. La suciedad permanece. Ni tapar ni echar porquería sobre otros. La regeneración solo vendrá sacando a la luz todo, y después llenar de contenido su discurso. Abandonar la estrategia del ataque furibundo al adversario, y entrar de una vez en el debate de propuestas.
Julio García-Casarrubios Sainz