viernes, 29 de marzo de 2024, 06:50

Defender la democracia

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“El desprecio a las instituciones y la banalización de las reglas y del lenguaje terminan mal. Es urgente cambiar las retóricas y comportamientos que priman el miedo y nos dificultan hablar de las soluciones” (Arancha González Laya, ministra de Asuntos Exteriores, Unión Europea, y Cooperación, del Gobierno de España). Ponen en entredicho las democracias, no solo los que atentan contra ella, sino también los que no respetan sus fundamentos. La democracia es una forma de gobernanza, pero también es una actitud.


Aquellos que no tienen otro punto de mira distinto al de aniquilar al adversario, no sé si obtendrán rédito electoral; pero desde luego, además de mostrar falta de ética y de ideas, le atizan un palo, en toda la columna vertebral, a la democracia. Lo que ocurre es que aquellos que practican ese tipo de política, además de hacerlo por convencimiento ideológico, lo hacen porque se han metido en un callejón del que no encuentran otra salida que la de sembrar crispación. Leído el informe que la policía ha elaborado sobre a trama Kitchen, cabe preguntarse: ¿Qué otra cosa van a hacer?


No tienen otra salida que la de deslegitimar al adversario, presentarse como los defensores de la patria, señalar a los que quieren romper España, calificar a los demás como rojos bolivarianos, sembrar odio y polarización. Lo hacen por inercia y para defenderse de lo que tienen encima. El problema es que, se hace imposible el entendimiento, se hace imposible hablar de lo que la gente necesita. No hay democracia si falta el respeto al adversario; trasgreden la legitimidad de los demás; convierten al adversario en enemigo; y siembran la semilla del conflicto.


¿Cómo se defiende la democracia? El que gobierna dedicándose de lleno a escuchar a la gente; a terminar con la pandemia, la corrupción, la pobreza, y la desigualdad; y hacer oídos sordos a las provocaciones. Tender puentes para el entendimiento, sin confundir las discrepancias con la pluralidad. ¿Y la oposición? Desde el primer día, reconocer la legitimidad del que gobierna, -lo primero-, criticar y aportar soluciones que mejoren la acción del gobierno. Así se vencerán los autoritarismos, los populismos; y se afianzará la democracia. Lo contrario es caer, precisamente, en lo que algunos denuncian: caer en los hábitos de los regímenes bolivarianos.




Julio García-Casarrubios Sainz

http://juliocasarrubios.blogspot.com