Lunes fatídico. Algunos desearían que el lunes día 7 no hubiera amanecido. La mayoría de los periódicos abren sus ediciones con tres noticias, aparentemente inconexas, pero que no resulta difícil ver que están íntimamente ligadas. Sin la primera, las otras dos no tendrían un papel destacado en la rabiosa actualidad.
Primera bomba informativa: se levanta el secreto del sumario de la causa que instruye la Audiencia Nacional sobre el caso Kitchen. Una “trama parapolicial” que desde la cúpula del ministerio del Interior, cuyo titular era Jorge Fernández Díaz, organizaba seguimientos ilegales y la fabricación de pruebas. Cómo andará el tema para que el ex secretario de Estado de Seguridad, número dos del ministro, llegue a declarar ante el juez: “Mi error fue ser leal a miserables como Jorge, Rajoy o Cospedal”. Sin ánimo de dar la razón a unos o a otros, porque aquí ya se juegan mecanismos de defensa, sí reflejan la inmundicia que corría por las cloacas.
Segunda noticia. Casualidades de la actualidad. Acto institucional de apertura del año judicial. El presidente del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Supremo, ante el Rey y ante la más alta representación de todas las instituciones del Estado, urge a los poderes públicos a que se proceda, sin dilación, a la renovación de los cargos, que según la Constitución deberían haberse renovado hace más de dos años.
Y viene la tercera: Sánchez y Casado tenían casi ultimado un acuerdo para renovar las instituciones, pero, he ahí, que el líder del PP da marcha atrás en el último momento y siguen sin renovarse. ¿Por qué? Blanco y en botella. Al PP le interesa que sigan ocupando el Poder Judicial quienes fueron nombrados con la mayoría absoluta del Gobierno Rajoy. Sí. Tienen mucho que ver las tres noticias. Delatan, por un lado la corrupción sistémica organizada; y por el otro, el intento de obstaculizar las investigaciones. Sí Sr. Casado, no encienda el ventilador. Corrupción hay en todos sitios, la hay y la habrá. Pero, dejando a un lado el tamaño, lo excepcional es la corrupción organizada, y por añadidura cometer delitos para tapar otros delitos utilizando las instituciones del Estado. Esa es la trama que hoy se denuncia, y de la que nos queda mucho por conocer. Así que “de renovar, nada”.