Está muy extendido el debate, político, mediático y social, sobre los problemas que plantea el inicio de un nuevo curso. Los debates abiertos ampliamente son muy buenos; es una oportunidad de oro para que todos nos manifestemos; y sobre todo, en democracia, para que las conclusiones a las que se llegue sean lo más ajustadas posible al sentir de una mayoría. Lo que ocurre es que ante tanta versión hay que saber cribar, separar, lo conveniente del oportunismo. Porque si no el debate se transforma en ruido, ruido que en ocasiones algunos conducen hacia la crispación.
Lo primero que hay que distinguir, que hay que parcelar, -como la ministra Celáa ha dicho-, son los distintos niveles de la educación. No es lo mismo un centro de Infantil, que un centro de Primaria, o de Secundaria o de Bachiller, o si se trata de un centro universitario. No presenta las mismas dificultades una facultad de Filosofía, que una facultad de Medicina; no es lo mismo un instituto de 200 alumnos, que uno de 1500 alumnos. O que el instituto tenga o no, Formación Profesional. Influyen hasta las condiciones socioeconómicas de la ubicación del centro.
De ahí que los protocolos que establezca la autoridad académica, tienen que ser muy generales, y conceder mucha flexibilidad a cada uno de los centros, porque cada uno presentará una especificidad diferente. Es de agradecer que hayan llegado al acuerdo de defender un sistema presencial como herramienta para evitar las desigualdades, y que todo bascule en torno a disminuir la ratio. Todo lo demás es secundario, es adaptable. Una ratio adecuada no puede conseguirse en unos días, ante una situación de emergencia. Bajar la ratio debe ser el objetivo permanente para que un sistema educativo avance progresivamente.
Una ratio más elevada de lo deseable, como las que padecemos en España, es siempre malo. Un sistema educativo que avanza y que se adapta permanentemente a las nuevas exigencias debe tender a menores ratios. Eso siempre. En los últimos tiempos los desafortunados recortes han hecho el recorrido contrario. Pero si además de pronto, se presenta una emergencia como la que se ha presentado, nos pilla descolocados. Los partidos responsables deben aprender la lección, y acordar bajadas de ratio, ahora con más motivo, pero mirando al futuro.
Julio García-Casarrubios Sainz