Martín Miguel Rubio Esteban nació en Zamora en el año 1960 y en el otoño del 88 llegó a Valdepeñas para incorporarse como docente de Latín, Griego y Cultura Clásica en el IES Bernardo de Balbuena. Unos años después le nombraron director del nuevo instituto de Secundaria que abría sus puertas en la localidad y al que el consejo escolar bautizaría con el nombre del gran dramaturgo valdepeñero Francisco Nieva, cuyas obras representaría en numerosas ocasiones. Actualmente ya está jubilado y el Ayuntamiento de Valdepeñas le acaba de nombrar Hijo Adoptivo de la ciudad, distinción que le será entregada durante el acto institucional de las Fiestas de la Vendimia y el Vino. Por tal motivo hablamos con él en esta entrevista.
¿Qué supone para ti ser nombrado Hijo Adoptivo de Valdepeñas?
Es una sorpresa muy agradable. No me lo esperaba. Me llamó Vanessa Irla una tarde para decírmelo y me hace una ilusión tremenda porque es de esas cosas que no te esperas. Son reconocimientos de tipo espiritual, de amistad en la ciudad en la que vives, así que muy contento.
¿Cómo acabas viviendo en Valdepeñas?
Nací en Zamora en 1960 y por cuestiones de la docencia me destinan a Valdepeñas. Primero estuve en el IES Bernardo de Balbuena desde 1988 y cuando se construyó el IES Francisco Nieva, la inspección te puede elegir a dedo sin consultarte nada, y a unos compañeros y a mí nos nombraron para el equipo directivo. A mí me llamaron como director. Estuve en dos períodos como director, en total unos 15 años. Mi vinculación con la ciudad es grande porque, además de profesor de Latín, estaba al frente de una institución que, de alguna manera, intentaba hacer las cosas bien. La relación con el ayuntamiento siempre fue muy buena en cuanto a actividades culturales. Los otros dos institutos ya tenían nombre, Bernardo de Balbuena y Gregorio Prieto, y nosotros teníamos la ilusión de que el tercer instituto no fuera menos, así que decidimos que se llamara Francisco Nieva. Hubo un pequeño enfrentamiento con el ayuntamiento, que lo quería llamar Cecilio Muñoz Fillol. El entonces alcalde, Salvador Galán, me llamó para ese asunto pero le dije que era el consejo escolar el que decidía. Cuando salió en el boletín oficial que finalmente se llamaría Francisco Nieva, hicimos un acto al que vino el propio dramaturgo. Desde entonces decidí que tenía la obligación moral de representar a Francisco Nieva y de hacerlo leer a los alumnos en el instituto. Hemos representado muchas obras de Nieva y siempre he estado divulgando su obra. Según Luis María Ansón, Francisco Nieva es el último clásico de la literatura española.
Aparte de eso, también escribes artículos...
Sí, también he escrito por ejemplo sobre el Cerro de las Cabezas que es una de las maravillas culturales que tiene esta ciudad. Cuando fui concejal por el Partido Popular me impliqué todo lo que pude por Valdepeñas e hicimos pequeñas cosas desde nuestra humilde posición en la oposición.
¿Te sientes valdepeñero?
Yo siento a Valdepeñas como mi tierra, me siento valdepeñero. Y después de este espaldarazo, me siento totalmente de la tierra.
¿Qué balance puedes hacer de estos 37 años que llevas en Valdepeñas?
Desde el punto de vista de mi relación con la ciudad, el balance es muy bueno. Recuerdo mis balbuceos en la prensa de Valdepeñas con el Canfali y luego también tuve relación con El Trascacho. Conocí a Andrés Cejudo, fundador de El Trascacho, que era un hombre entrañable. Y siempre tuve relaciones culturales con Valdepeñas, como por ejemplo con Joaquín Brotóns. Luego, a nivel personal he vivido episodios trágicos pero también maravillosos. Mi hija Clara nació en Valdepeñas, es una valdepeñera, una chica lista, imagino que lo ha dado más el entorno de Valdepeñas que sus padres. Así que a ese nivel me siento valdepeñero. Se suele decir en Castilla que uno es de donde pace y no de donde nace. Pero si además te reproduces en el ámbito de esta ciudad, te interesa Valdepeñas y te implicas en lo que ocurre en Valdepeñas. Se puede decir que mi relación como vecino de Valdepeñas siempre ha sido buena. Es una ciudad muy agradable, tiene movimientos culturales en relación a su tamaño y a sus habitantes muy importantes. Me parece una ciudad muy interesante para vivir.
¿Qué recuerdos tienes de tu etapa como docente?
El primer instituto donde me dieron plaza definitiva fue en el IES Bernardo de Balbuena. Allí recuerdo con mucho cariño a quien entonces era director, Daniel de Campos. Solía hacer los actos de apertura de curso con una buena conferencia y trajo a un intelectual hispanoamericano que dio una conferencia magnífica, de la que aún me acuerdo. Desde ese momento tuve una gran relación de amistad con Daniel de Campos, del cual sigo siendo amigo, tengo cuadros pintados por él, retratos de mi hija... Es un hombre con una humanidad tremenda. Allí en el instituto me hice amigo de otros profesores como Miguel Peñasco, Federico del Rey... Y luego ya con gente conocida del Bernardo de Balbuena hice un equipo directivo en el IES Francisco Nieva. Paloma Gallardo fue mi secretaria, Carmen Esteban Revenga, Nicolás Medina,... Una dirección de un instituto sólo se puede soportar si eres amigo del equipo directivo porque en un instituto hay cosas complicadas, existen problemas, y los problemas se resuelven bien si te rodeas de amigos en el equipo directivo. Y luego también, recuerdos entrañables de alumnos. Cuando ves que un alumno tuyo es ahora profesor en la Universidad Complutense y que se siguen acordando de ti y te paran por la calle y te saludan, pues es algo muy bueno. He tenido la suerte de tener alumnos muy buenos.
¿Cómo te inicias en el mundo del teatro?
Cuando era joven, en el colegio, en el Corazón de María, se hacían obras de teatro. Pero desde el punto de vista más serio, yo no había tenido relación con el teatro hasta que no empecé a interpretar las obras de Nieva. Me fascina la prosa que tiene Nieva. Es un autor que, aparte de lo maravilloso que escribe, tiene un ritmo, te dejas mecer por él. Los tonemas impares que aparece en la estructura de las frases de Nieva hace que lo memorices mucho más fácilmente. Como te decía antes, intenté que los alumnos conocieran las obras de Nieva interpretando sus obras de teatro. Había veces que los alumnos de Bachillerato no podían porque tenían que estudiar y te quedabas sólo. Las obras pequeñas de Nieva suelen tener tres actores, que es lo propio de la tragedia griega. Entonces, hacías tú el papel del alumno que no tenías. Y así empecé yo a hacer teatro, supliendo a los alumnos. Como forofo que soy de la obra de Francisco Nieva, interpretaba y además lo gozaba. Porque memorizar el texto, recrearte en el personaje y en ese ritmo tan maravilloso que tiene la prosa de Nieva es un placer intelectual tremendo. De ahí viene mi relación con el teatro.
¿A quién le dedicas esta distinción?
A mi mujer y a mi hija, que son las personas más cercanas que uno tiene. A María José y a Clara.