sábado, 26 de julio de 2025, 22:03

La Solana inaugura su Feria y Fiestas en honor a Santiago y Santa Ana

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La comitiva baja al ferial durante el pasacalles inaugural



A las 9 en punto, la Agrupación Musical de San Sebastián redobla sus tambores. No espera a nadie, porque la feria tampoco espera a nadie. Comienza el pasacalles más colorista del año en La Solana, el más emblemático, el más mágico. Cientos de niños, muchos aún en carritos de bebé, miran absortos, embebidos por la majestuosidad de los Gigantes y sobrecogidos por el rostro enigmático de los Cabezudos. La plaza Don Diego es un hervidero. Suena la música alegre de la Banda Municipal, que precede a la comitiva oficial. En primera fila, la alcaldesa conversa con el pregonero de turno. Luisa Márquez y Jesús Velacoracho sonríen y saludan. A su lado, más autoridades y el resto de invitados caminan rumbo al ferial, bien enjaezados, como manda la costumbre. La peña Tralará se une a la fiesta, repartiendo caramelos y, sobre todo, vendiendo ilusión entre grandes y pequeños. Hace viento, un viento algo molesto. Los operarios municipales se afanan en sujetar a Dulcinea porque la gigante se tambalea. Don Quijote resiste mejor los embates. Algunos peinados de peluquería se van al garete… Qué le vamos a hacer.

Tras enfilar la angosta calle Empedrada, hay parada obligada en la Avenida de la Constitución. Los músicos se abren en dos filas para dejar pasar al séquito oficial. Tijeras para el corte de cinta en la entrada al recinto ferial, que luce nuevo arco luminoso. La gente mira, murmura. A unos les gusta más que el anterior, a otro menos, y algunos ni lo valoran. Lo habitual en casos así. Finalmente, un ¡ohhh! se escucha cuando se enciende la cimbra. Aplausos, porque la feria ya está oficialmente inaugurada.

Pero el ritual no ha terminado. Qué va. Aún queda uno de los grandes símbolos de la apertura de la Feria y Fiestas de Santiago y Santa Ana: el izado de la bandera azul y amarilla. La enseña se eleva junto a la fuente central del parque municipal, impulsada por las manos de la primera autoridad local, como dicta la tradición, que amablemente reparte ese privilegio con el pregonero. Suena el himno de La Solana. Y llega el turno de otra liturgia: el paseo entre casetas, puestos ambulantes y tiovivos. Antiguamente, los feriantes no encendían las luces de sus negocios hasta el paso de la comitiva, y todavía queda alguno que cumple el viejo hábito. Pocos, eso sí. En unos minutos, el pregón de feria, que por segundo año se celebra al abrigo del parque de La Moheda. Pero eso lo contamos en otra crónica aparte.

La feria ya está oficialmente en marcha, funcionando a pleno pulmón. Durante los próximos días, La Solana vivirá intensamente esta celebración, en la que no faltarán conciertos, actividades infantiles, concursos, desfiles, espectáculos taurinos, torneos deportivos y citas religiosas. El Apóstol Santiago y la abuelica Santa Ana vigilan. Los solaneros (los del terreno y los del éxodo) junto a una legión de visitantes, disfrutan de una de las ferias más dinámicas de la provincia. De eso, no hay duda. Como decía el clásico, a divertirse tocan.


Cabezudos durante la inauguraciu00f3n de la feria