domingo, 29 de junio de 2025, 05:14

Para José, Loli y Esther

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¡Ay “segaor”, ay “segaor”

que trabajas tierra ajena,
no tienes paz ni descanso
sólo tienes hoz y penas!


Es el tiempo el que nos amedrenta ahora que miramos al trasluz del pasado y comienzan a sonar las coplas de juglares de antaño adaptándolas a los tiempos nuevos.


Se arrebujan los pinos,
sienten temores;
pasan por el camino
los “segaores”.


Transvasamos recuerdos ahora, mientras la luna se voltea entre los palillos de los encajes de mi lala oyendo vuestro trajinar, recogiendo caricias que se quedaron aquí, mosaicos de luces exhaustas que llevamos a cuestas.


No os fijéis en vuestros ojos, ahora están llenos de ahogos y penas, pero también se pueden ver en ellos los arrebatos y las esperanzas; allí están los trigos cimbreándose con el viento de esta Mancha seca y las viejas vides preñadas del vino que beberemos enseguida.


Os esperan ambos para guardar la bendición de Dios que hace germinar la primavera.


La hoz en la cintura,
ensangrentada,
de cabezas de espigas
recién cortadas.


¿Sabéis? Siempre escondisteis vuestra forma de huir. Los paisajes se sucedían desde la amanecida hasta la oscuridad, cuando las leyendas de la vida se hacían realidad en vuestros sueños; quizás sólo sean rastros de romances viejos que el viento mueve con su rumor.


Unos pensamientos nacen bajo el sol,
un yugo de viento los aprisionó,
comen pan y aceite con resignación.


No sé desde cuándo fue, pero sé que os prendisteis a la afición de enseñar muy pronto y ella, la educación, enseguida os reconoció y se colgó con sus brazos de vuestro cuello.


Sí, hay murmullos lógicos de despedida y preguntas que viajan sin respuesta, pero el agua clara está tranquila y las pasiones de los cielos aguardan rodeadas de yerbabuenas y mejoranas sobre los lienzos de los adioses.


Suena una campana al anochecer,
dos perros canijos buscan de comer,
un lagarto verde que empieza a correr.


¿Quién os enamorará ahora? ¿Quién perturbará vuestros insomnios? Un gallo canta a lo lejos y septiembre comienza a engrandecerse como las soledades que lo pueblan y las ventanas se abren hacia otros mundos.


¡Parad! ¡Dejad que la canción continúe y que arrastre los alfileres del ayer!


Un caballo loco que llega del mar,
a quien los señores no podrán montar,
un gigante rana que quiere saltar.


Campos que los bordadores de colores pintan con la luz del día y que visten de oscuridades al llegar la noche, cuando las ranas y los sapos traen aromas de cuentos de princesas con la boca de fresa y de caballeros de pluma y sombrero.


Nadie dormía cuando yo llegué. Se han marchado los fríos, las adusteces y las lecciones.


Un chiquillo llora sin saber por qué,
dos pastores buscan agua de beber,
un cuervo de negro buscando un ciprés.


Hay soles acariciadores repletos de palpitares y resignados a vivir sin compañía, como las reinas que buscan la aventura en el aleteo de una nueva cuita mientras cabalgan al sonar de las trompetas.


¡Silencio! ¡Guardad silencio! ¡Sólo está permitido el ruido de una lágrima al deslizarse por el rostro o el tictac del reloj parado en vuestras estancias!


Una playa blanca que el mar ocultó,
un viejo que vive y nunca rezó
“dos niñas y un hombre sueñan con su” amor.


Hay dos gatos caminando por los alares de los tejados, maullando vuestros nombres a la luna que los contempla ¿Los oís? La copla va llegando a su fin y con ella esta historia, los verdes de vida van tornándose en amarillos de oro para cubriros y las luces se revisten de más luz para veros.


Un montón de granos que se apretujó,
llenan de tristeza a quién los cortó,
una sombra negra que todo tapó.


Pero aquí sigue habiendo ansias, realidades, deseos… Sobre la casa del tiempo hemos construido una estancia para todos los demás momentos que nos faltan ¡Poned el agua a hervir para el café de la mañana que las campanas resuenan anunciando un nuevo día!


Se arrebujan los pinos,
sienten temores;
pasan por el camino
los “segaores”.

                                                                                                               ¡Felicidades!


PD. La canción “Segaor” fue una de las grandes canciones de Jarcha. La letra, basada en una copla popular, es del dramaturgo Salvador Távora y fue arreglada por Ángel Corpa.


Es una de las mejores que tiene el conjunto andaluz debido a que su instrumentación y sus arreglos redoblan el tremendo realismo del poema original.


También apasiona la letra por sus tremendas metáforas, sus símbolos del hambre y funerarios, y por el decir cosas que se suponen sabidas: siempre impresiona esa especie de adivinanza que era "un viejo que vive que nunca rezó", que no parece tener significado a menos que sepas algo de historia y sepas que habla de un anarquista.