jueves, 8 de mayo de 2025, 05:32

Crónica de un sábado en 'Duelos y Quebrantos'

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Gracias, gracias, gracias. No quería empezar de otra forma. Lo del sábado fue increíble para mí.


Comenzamos la mañana preparando "el patio" de la CEPA "Francisco de Quevedo" y todo se transformó con el trabajo de los integrantes de la Asociación Gastronómica "Duelos y Quebrantos", aquel espacio hasta un rato antes vacío, se tornó en auditorio ideal; después, José María, nos preparó para los que allí estábamos unas deliciosas "gachas manchegas" --con todos sus ingredientes-- que hicieron que los estómagos se sintieran más que agradecidos. Las “flores manchegas” sirvieron como postre ocasional.

Unos momentos de relax en casa y a las 8 estábamos allí.

Me gusta antes de empezar tener diez minutos solo en la sala; yo les digo que es para ponerme en consonancia con el sitio, aunque no es verdad.

Me suelo poner en la última fila y con la mirada perdida me abstraigo, también rezo porque todo salga bien.

Una vez concluida esta parte del ceremonial, y cuando las puertas se abrieron, estás allí para recibir a aquellos que te van a acompañar --familiares, amigos...--, todos vienen a buscar que la "noche" se transforme y que mis versos vengan a ellos.

Atendemos a los medios que han venido a hacerse eco (y a los que hay que agradecer su trabajo un sábado cuando la oscuridad comienza a ser parte del horizonte) y comenzamos la singladura.

Cuatro personas en la mesa, un antiguo barril de vino de Valdepeñas reconvertido en "ambón ceremonial" y un piano que parece querer adelantarse a todo.

En la mesa, apoyado en sus faldas, un cartel del libro y una orquídea a cada lado de la fotografía en actitud oferente; en el atril, al lado del micrófono, descansa un florero con quince tulipanes azules.

Abrió Mar Marqués, la presidenta de "Duelos y Quebrantos" dando la bienvenida a los asistentes y haciendo un "recorrido" por la infancia de "hace tantos años": mi plaza, mi iglesia, los comercios de entonces, mis amigos, mi música... (le pedí cada una de sus palabras para que acompañen ya para siempre a la carpeta que confecciono con mi libro).

Luego, aunque sólo él y yo lo sabemos, buscó Carmelo arrebatar "parte de su alma" al público para que fuera "una con la nuestra".

Suelo decirle siempre, cuando le pido que me acompañe:

--Carmelo, la primera un "Ave María", después toca lo que quieras.

Y él, que es más bueno que "el padre Antonino", me hace caso y sólo pregunta:

--¿Cuál te apetece que sea?
--Había pensado en la de William Gómez ¿Qué te parece?

Y mientras las notas van conquistándolo todo, pienso en las personas que no están, pero están, y pienso en mi padre, en mi madre, en Inés... y sé que esa música los anda atrayendo para estar también con nosotros.

Vanessa Irla, nuestra Concejala de Cultura, toma tras él la palabra. Ya hace unos días que tiene el libro en su poder y habla con conocimiento sobre él y se para donde la emoción se esconde: "¡Madre, ya está aquí la luna!", que leeremos después.

Juan Andrés, el que iba a ser el presentador del libro, no ha podido venir por "un problemilla de salud", que ya anda solucionándose. Me pide que lo disculpe ante los asistentes y así lo hago.

El día anterior me fui como "un poseído" a casa de José Luis Martínez para que buscara la forma de escribir unas palabras y sea mi presentador ocasional.

Hace una glosa exquisita y trae el "recuerdo de Juan Andrés" para que, con sus palabras, se sume a todos los presentes". Deliciosa escritura en un discurso que no parece casi improvisado --nos conocemos ya demasiado bien y hemos lidiado en demasiadas cosas juntos—y escrito casi el mismo día de la presentación.

Tras su hermosa presentación, Carmelo comienza a acariciar de nuevo las teclas del piano --¡Dios mío, es tan hermoso poder escuchar la música que saca del piano, con la fuerza y el sentimiento que lo hace!--. Mientras él toca, yo me voy a otro sitio, allá donde están mis ancestros y que sé, se deleitan oyéndolo.

Y comienzan los versos de “El incierto desorden que tus labios provocan”.

Victoriano González de la Aleja es el primero –en las veladas primaverales de Paco Creis siempre me pedía versos para leer ante el público--, y se lanza con "El nuevo libro" y "10 de julio". Desde la mesa abro con "Naufragio" para dar entrada, a continuación, a mi compañero y amigo, Antonio Ruiz, director del CEIP "Luis Palacios", que va a leer lo que escribí con motivo de mi marcha del centro, "Carta de ajuste, despedida y cierre".

Loli Valverde, compañera fiel, lee "La mujer más hermosa del mundo" con su voz cálida y cadenciosa. "Colgado de sus labios" y "Agencia de turismo" se escuchan desde mi voz y, al lado, a mi izquierda, Mar Marqués, está preparando "Receta sensual entremezclada" –esa que no necesita frío--; luego, una confesión o un recuerdo, "La primera vez que vi la mar".

A mi hermana Trini le tocó poner la emoción al acto, ella recitó "¡Madre, ya está aquí la luna"! –uno de los versos más hermosos que el libro encierra--. No pensamos, ni ella ni yo, que aquello iba a salir así, pero... gracias por tus lágrimas, porque también eran las mías --nadie vio las manos de Vanessa y de Mar por debajo de la mesa buscando aplacar mi emoción--; después vino su hija Raquel , la "primagenita" de todos los primos y la “primera chica europea nacida en Valdepeñas en 1986”, a leer "La casa de la abuela Josefina".

Más música de piano. Carmelo, tras haber escuchado a Mar Marqués, improvisa "The sound of silence":

"Hello, darkness, my old friend / I've come to talk with you again / because a vision softly creeping / left its seeds while I was sleeping / and the vision that was planted in my brain / still remains / within the sound of silence".

Y mientras él toca, yo voy recordando los versos y los voy cantando, al lado podía sentir a mi amigo Carlos Barrajón, tarareando conmigo como en las tardes eternas del verano.

Vanessa Irla lee "Héroes", dedicado a "los imprescindibles" y yo me hago cargo de "Los labios", de "El incierto deseo que sus labios provocan" --que da título al libro-- y de "Antes de que llegaras".

Mi amigo Juan de Dios López, hace las delicias de los asistentes y entablamos una discusión "sin manos" --después de veinticuatro años, se acuerda de la presentación “Del otro lado del mar” y con la poca antelación que le pedí que hiciera de “maestro de ceremonias”--; luego, lee "Ayer la mar no tenía sueño", que da título a la tercera parte del libro.

Joaquín Brotons, POETA con mayúsculas, lee el verso que está dedicado a él.

--"¡Qué raro, es esto! --comenta— Es la primera vez que me han pedido que haga algo así, pero…

Y recita "El poeta se asoma al fondo de una botella de vino en El Penalty" (sí, con y griega).

Estamos llegando casi al final, mi maravillosa compañera de coral, María del Carmen Maroto, se acerca al barril para declamar "La canción de la niña dormida" (una de mis favoritas); luego, leo yo "El amanecer y la noche", "En la lejanía" y "Llueve" --el último verso del libro--.

No, no pensaba cerrar ahí, entre el público está mi amiga Isabel Villalta, poeta de Membrilla afincada en Manzanares, directora de la posiblemente mejor revista de versos de Castilla-La Mancha, "Raíz y Rama"; a ella le pido que ponga el lazo a la presentación del libro y que nos deleite con la “contraportada” del libro y que ella ha escrito.

Carmelo, se sienta al mando de las teclas del piano, y se levanta para explicar sus elecciones para el poemario y, con posterioridad, nos deja sobrecogidos con una interpretación magistral del "Zorongo" de Federico García Lorca.

Punto y final. No sin antes recordar aquello de "El cartero y Pablo Neruda": "La poesía no es de quien la escribe, sino del que la necesita".

Firma de libros y vuelta a lo cotidiano tras haber permanecido unos instantes en "el Olimpo de los dioses" que el sábado bajaron de su monte para hacer su sesión ordinaria en Valdesueños.

No, no quiero dejar en el olvido al magnífico trabajo que han hecho en la Imprenta Campos confeccionando el libro y dándome consejos sobre “tipos de letra” que haga más atractiva y fácil su lectura. Gracias Jesús.

Y, por último, otra vez gracias a todos los que de alguna manera u otra han participado en “este sueño”. Muchas gracias y que Dios os bendiga. 


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