jueves, 8 de mayo de 2025, 05:38

Frankenstein galo

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El presidente frances emmanuel macron este domingo en francia

EFE



Tras los excelsos resultados obtenidos durante las últimas elecciones europeas por parte del partido de la candidata Marine le Pen, Rassemblement National (Agrupación Nacional), y la definitiva derrota que recibió La République en Marche (La República en Marcha), Emmnuel Macron, el actual presidente en funciones y líder de éste último, decidió adelantar la celebración de las elecciones legislativas con respecto al tiempo establecido de cinco años de permanencia del Parlamento hasta su disolución, que se tenía prevista de cara al 2027, fijando los días 30 de junio y 7 de julio como fechas para su aplicación. Dichos comicios consisten en la votación de los diputados de la cámara baja, que han de constar con mayoría absoluta en sus respectivas circunscripciones para lograr uno de los escaños de los 577 que conforman la Asamblea Nacional, una de las dos instituciones, junto con el Senado, que ejerce el poder legislativo en la nación.


Ahora bien, ante el pretexto de la peligrosidad de la llegada de la “extrema derecha” en Francia, en primer lugar, Macron aspiró a liderar la coalición de centroizquierda Ensemble (Juntos), constituido por su propio partido, Mouvement démocrate (Movimiento Demócrata), Agir (Actuar), Territoires de progrès (Territorios de Progreso), Horizons (Horizontes), Parti Radical (Partido Radical) y En Commun (En Común). Asimismo, Jean-Luc Mélenchon, candidato por La France insoumise (Francia Insumisa), se decantó por el resurgimiento de una especie de alianza de extrema izquierda conocida como Nouveau Front populaire (Frente Popular), una agrupación conformada por su partido, le Parti socialiste (Partido Socialista), Les Ecologistes (Los Ecologistas) y le Parti communiste français (Partido Comunista). Su propósito era realzar la citada coalición después de que, en 1936, ostentase una victoria electoral inexorable producida a continuación de unos comienzos que hundían sus raíces durante el periodo de entreguerras, también entendido como los “felices años veinte”, cuando se pretendían infundir las ideas antifascistas ante el creciente panorama de incremento en los apoyos de corrientes totalitaristas antidemocráticas de extrema derecha en el país dada la coyuntura europea.


No obstante, quisiera matizar la importancia de tener debidamente en contemplación el contexto histórico, esto es, hago referencia, por tanto, a que el panorama político se ha visto vehementemente modificado gracias al proceso de democratización y, por ende, aquellos partidos que son considerados, en tanto que desde una perspectiva de polarización social, de “extrema derecha” se hallan plenamente integrados en el pluralismo político de nuestros tiempos.


Si bien es cierto que, tras siglos de aspiraciones marxistas posteriores a la Revolución Francesa, parecía haber surgido un espíritu más liberal, los “Frankenstein franceses”, tanto el de Macron, Ensemble, como el de Mélenchon, Front populaire, apología que, a partir de ahora, utilizaré para referirme al mastodonte galo realizado entre centristas y socialistas, parecen haber logrado su cometido, aunque, de momento, sin mayoría absoluta, a tenor de los escrutinios de la “segunda vuelta”: el ganador ha sido Front populaire, con el 25,3% de los sufragios y 182 escaños; Ensemble ha quedado en segunda posición, con el 24,07% de los votos y 168 diputados, y, en último lugar, se ha relegado a Rassemblement national, con un apoyo del 37,25% y 143 escaños. Con una mayoría absoluta que se cifra en 289 congresistas, ninguno ha adquirido la suficiente cantidad para nombrar a un primer ministro en la Asamblea Nacional. Francia queda, así, en un estado de incertidumbre.


El ejercicio de intentar deslegitimizar cierta ideología muestra expresamente la actitud mal perdedora de la que constan quienes, con la finalidad de permanecer en el trono real, se encuentran incapaces de considerar la derrota parlamentaria y lo hacen a través de mastodontes políticos implacables. Mediante los hechos sucedidos, se ha denotado, a partir de la excusa del “cordón sanitario”, la normalización del arraigamiento ultraizquierdista en algunas dirigencias europeas.


Luis Fernando Megía Barchino.