Termino con este tercer artículo la serie dedicada a los caminos de hierro en este mi reencuentro con El Eco de Valdepeñas 2.0. y la historia local. Quería repasar esos primeros años ferroviarios de nuestra localidad, porque ya han visto, si han leído el anterior artículo, que el comienzo de las instalaciones ferroviarias no fue placentero ni sencillo.
Pero no piensen que todos los problemas consistían en un desencuentro entre MZA y las autoridades locales a cuenta de la inauguración del tren o la creación del paseo de la estación; había otras cuestiones que de verdad resultaban preocupantes. Una de las cuales fue el modo de asumir la llegada de los caminos de hierro, que no siempre tuvieron buena prensa entre la gente del común.
Uno de los problemas más peliagudos fueron los atentados contra las vías y los convoyes, que hasta 1865 habían sido más de cinco (algunos de ellos de cierta magnitud). Estas situaciones violentas habían provocado que los trenes reales fuesen precedidos por una máquina exploradora que chequeaba el terreno y los despejaba de problemas graves.
Sin embargo en 1866 se produjo un atropello múltiple en Daimiel entre la gente que acudió a ver el convoy real en el que iba la reina española. Aquellos fallecidos, que como nos recuerda Mariano García-Consuegra fueron ocho personas, fallecieron a causa de la máquina que abría la expedición. El asunto fue de tal calado que se decidió suprimir, a partir de ese momento, la utilización de una máquina exploradora.
Sin embargo el caso más rocambolesco ocurrió en 1872. El país andaba revuelto debido a los problemas surgidos tras la Gloriosa Revolución (una de esas magníficas oportunidades perdidas para poner en marcha un proyecto democrático real). El Gobierno Provisional dio paso al reinado de Amadeo I de Saboya, que tuvo que lidiar con tantos problemas, entre otros el resurgir de los pretendientes carlistas, que terminó por hartarse e irse de España.
Pues bien, en ese complejo 1872 un convoy de MZA fue asaltado por unos bandoleros carlistas en lo que hoy conocemos como Consolación. El asunto nos lo cuenta de forma gráfica La Ilustración española y americana gracias a un delicioso grabado que incluimos en este artículo. En él vemos unas montañas al fondo y un tren descarrilado del que los bandoleros extraen equipajes y bagajes del vagón correo. No fue la única acción carlista contra el tren en la zona, pero sí la más sonada.
En cualquier caso no deberíamos olvidar algo importante: los carlistas tuvieron algunas acciones tristemente famosas en nuestro entorno, algunas de las cuales se convirtieron en celebérrimas por su crueldad. Sin ir más lejos la que ocurrió en 1838 en Torrenueva sacó a relucir la peor calaña del ser humano, que demostraba así su reverso tenebroso a causa de unos ideales que muchos desconocían. Será un asunto que trataremos en profundidad en otro momento, aunque convendría no olvidar que la historia no es como la vemos sino como la recordamos.
Para saber más: Mariano García-Consuegra García-Consuegra, 2006, “La locomotora de la muerte”, en El Olivo de Daimiel, Gráficas Moreno, Daimiel.
Pie de foto: Asalto al convoy entre Valdepeñas y Manzanares. La Ilustración española y americana, 8 de abril de 1872
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