Como les contaba hace unos días, la inauguración del tren en Valdepeñas, ocurrida el 24 de mayo de 1861, fue un hecho sin precedentes en la que sería ciudad del vino. Ya sé que estoy insistiendo mucho con la fecha de la llegada del ferrocarril a nuestra localidad, pero ya verán cómo en posteriores publicaciones, a pesar de lo mucho que estoy recordando el dato exacto, la gente se sigue equivocando. Me apuesto lo que quieran…
Pues bien, si piensan que el que los raíles se extendieran hasta nuestra ciudad tuvo un efecto inmediato en su economía andan errados. En efecto, la primera locomotora llegó en 1861, pero hasta el 21 de abril de 1862 no se abrió a la explotación la estación valdepeñera. Esto supuso un enorme varapalo para el comercio local, sobre todo el del vino, que de repente tenía a mano un medio para trasegar el producto de las viñas y no podía hacer uso de él.
De hecho, cuando se supo que la estación no se iba a abrir desde su inauguración el consistorio local tomó cartas en el asunto desde un primer momento. Una oleada de desesperación inundó a los comerciantes de vino, algunos de los cuales afirmaban haber vendido sus monturas animales confiando en la pronta puesta a punto de la línea ferroviaria. El problema de fondo residía, al parecer, en algunas actitudes oscuras de los dirigentes de MZA que no gustaban al consistorio. De hecho el propio alcalde (según se relata en sesión plenaria celebrada el 24 de julio de 1861), había intentado reunirse con el ingeniero jefe de la línea y no pudo celebrar ningún encuentro con él. La situación era tan anodina y rocambolesca que ese mismo ingeniero llegó a subirse a un tren que partía hacia Manzanares para no encontrarse con el primer edil. Como ven, algunos desencuentros con la autoridad no son cosa de los tiempos modernos…
De las palabras vertidas en el libro de actas se desprende que dicha actitud no gustó en exceso a los dirigentes locales, que no entendían por qué tenían una estación de tren y no podían hacer uso de ella. Y en esa sesión se deja caer la existencia de un problema entre MZA y el Ayuntamiento, que podría ofrecernos más luz para entender algunas cuestiones: existía un tira y afloja en la construcción del paseo de la estación. MZA y el consistorio local habían llegado a un acuerdo el 17 de mayo por el cual la compañía se comprometía a construir dicho paseo. Sin embargo, la poca predisposición que mostraba MZA para comenzar siquiera las obras hacía ver a los políticos locales que, si querían tener un medio de acceso a la estación, debían ser los propios recursos municipales los que lo sufragaran. Por tanto, entre los recelos existentes se llegó a la puesta en funcionamiento del tren en 1862, quedando inserta nuestra estación en la línea de Manzanares a Córdoba (aunque le paseo no se puso en marcha hasta el año siguiente, una vez que se plantaron los árboles y se enarenó el mismo con la tierra que se sacaba de las cuevas)…
¿Piensan que lo que les cuento es problemático? Pues entonces debo concluir esta pequeña serie dedicada al ferrocarril con un último artículo que versará sobre los primeros y conflictivos años de los caminos de hierro valdepeñeros. En cualquier caso, ya saben que la historia no es como la vemos sino como la recordamos…
Para saber más: está bien la Web de la asociación valdepeñera de amigos del ferrocarril “El Trenillo”: http://www.eltrenillo.org/. También es interesante la Web de la federación castellano-manchega de amigos del ferrocarril: http://www.fcmaf.es/
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