Qué malestar genera, a nivel emocional, sentirse solo. A veces requieres momentos en tu vida no estar acompañado. Solo quieres tener un espacio para ti, solo tuyo, y no compartirlo con nadie más.
Sin embargo, cuando este sentimiento de soledad, se prolonga en el tiempo, duele bastante y no es porque tú hayas decidido no compartir tu vida con nadie, sino que los demás aprecian, entre comillas, que no quieres estar con nadie más que contigo mismo.
Una soledad elegida, por ejemplo, es cuando no quieres compartir tu vida con tu pareja. Las relaciones se acaban por diversos motivos, menos por el hecho de querer estar solo. Hay otros aspectos que no funcionan en la pareja y nada más. Y eso lo acepto porque continuar con una persona a la que puedes hacer daño por no estar solo, es una falta de respeto y de egoísmo hacia alguien al que has querido.
No quiero decir con esto, que quiera aislarme del resto de la humanidad, de las personas más cercanas, o las de tu familia. Pero, aún no queriendo, parece que estás abocado a la soledad. Y ya no es elegida sino es impuesta.
Fallan unos cuantos conceptos. Por ejemplo, en tu comunidad de vecinos, cuando les resultas útil, cuentan contigo. Y cuando no les interesa nada de ti, porque no tienes responsabilidad o poder, te hacen el vacío.
Y esto no es una soledad elegida sino impuesta. Lo mismo ocurre con las personas más cercanas. Sigamos con los ejemplos. Si tienes una enfermedad crónica, que no provoca la muerte, pero va a estar siempre ahí, la gente deja de interesarse por tu estado de salud. Incluso las que tu crees con las que puedes compartir algo. Yo no soy de las personas que hablan siempre de sí mismas. Todo lo contrario. Soy una persona que no cuento nada y siempre digo que estoy bien, bueno, casi siempre, para no preocupar a nadie. No quiero que sufran por mí. Pero llega un momento en que les deja de interesar tu estado de salud. Y no les culpo. Es evidente que, si yo no cuento nada de lo mal que estoy, yo me lo guiso y yo me lo como, parece que ya estás bien, y no te mereces ni una pequeña referencia. Por lo tanto, no es una soledad elegida, sino que dejan los demás tener presente esta patología.
Y te sigues sintiendo sola mucho más de lo que yo me podía imaginar. El único que no me ha fallado es mi mascota. Depende de mí por el miedo que tiene a otras personas, pero aún así, es feliz, disfruta con sus amigos perrunos en el parque y me da las gracias por llevarlo con ellos. Y esto no es coña, es verdad, que lo veo en sus ojos y en su conduta.
Con respecto a la familia que es lo más, más cercano a ti, interviene otra película recién estrenada. He pasado momentos muy complicados yo sola. Muy fuertes, que no voy a especificar aquí, y no saben el sufrimiento que tengo, lo ignoran, o les da igual. Cada uno, como me dijeron una vez, ha elegido la vida que ha querido vivir. Y, es cierto, solo que, en el tema de una enfermedad grave, que se mantiene en el tiempo, un poquito de preocupación por mí, habría estado bien. Y ya no espero de nada de ellos.
Pero no, no sucede nada de lo que me habría gustado. En una ocasión, hice una llamada de atención en base a un informe médico bastante explicativo. Recibí dos llamadas, pero nada de lo que se hizo, sirvió, porque pasando el tiempo, nadie me preguntaba por cómo iba evolucionando. Así que, es una soledad no elegida, es una soledad impuesta.
En definitiva, la sociedad va marcando tus pautas de vida. Porque llegas a la conclusión de que por mucho que hagas por los demás, los demás no responden de la misma manera. Y no quiero decir que espere algo a cambio, nunca lo he esperado y con la madurez, mucho menos.
Y ya que estamos de ejemplos, os pongo uno con mi mascota. Siento y es así, que prefieren estar con mi perro que conmigo. Me toleran porque lo llevo, pero nada más. Eso sí, tengo que estar escuchando lo que los demás, dicen, sus quejas, sus opiniones, etc. Y es que no paran de hablar. Solo hablan, y hablan, y hablan. No puedo meter una palabra en la conversación. Y si lo logro, pocas veces lo consigo, pues se ponen a hablar ellos o ellas, con lo cual me callo y ya está.
Incluso en estas situaciones estoy sola, por mucho que haya varias personas a mi alrededor. Y por eso, ahí sí que puedo hablar de soledad elegida) me aíslo, los demás siguen con sus cosas y yo sigo con mis pensamientos. Pero como a mi chiquitín le gusta estar con sus amigos pues lo llevo con ellos con frecuencia.
Esto me sucede a mí y no me importa demasiado, ya he aprendido que la soledad no es tan mala. Es cuestión de adaptarte a ella y si necesitas que alguien te escuche, cuando te encuentras muy mal, siempre tienes el teléfono de la ESPERANZA.