sábado, 20 de abril de 2024, 02:03

Majadas y caminos de La Mesta en el paisaje rural valdepeñero

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Majadas o corrales para el ganado, en el Cerro de La Cocinilla, en Valdepeñas. Foto autor.


Basta salir a caminar por los alrededores de Valdepeñas para poder contemplar en algunos de los cerros cercanos a la Ciudad del Vino, sobre todo, en la zona sur y sureste, una serie de estructuras, generalmente circulares, hechas por la mano del hombre con la técnica de la piedra seca. Pese a cualquier interpretación “sobrenatural” que se les haya podido dar en el pasado, la realidad es que estos círculos de piedra cuarcita, a veces de diámetros considerables, están estrechamente relacionados con las actividades ganaderas -sobre todo de ganado lanar-, de estas zonas cercanas al Jabalón; actividades que se vienen desarrollando desde hace siglos, teniendo en cuenta que la inmensa mayoría de estas estructuras pétreas se encuentran cercanas a la Cañada Real Conquense y al Cordel del Pozo de la Serna, que atraviesan el término municipal valdepeñero por su parte oriental.


Hemos de considerar que una de las actividades fundamentales del ser humano desde la las etapas neolíticas hasta la actualidad ha sido el pastoreo. Así, las economías rurales han basado en buena medida parte de su desarrollo, en la ganadería regional y trashumante.


En las culturas mediterráneas, y ya en época medieval, las monarquías feudales se cuidaron de proteger jurídica e institucionalmente los ganados, sobre todo de ovejas. En la Península ibérica el Fuego Juzgo visigodo comenzó a reglamentar las migraciones ganaderas. Posteriormente, durante la ocupación musulmana, el pastoreo nómada se asentó también en estos territorios manchegos en los que se vivía en un estado permanente de guerras fronterizas.


Ya en pleno siglo XIII, Alfonso X funda en 1273 el Honrado Concejo de la Mesta, como gremio privilegiado del reino, y del que se beneficiaría enormemente una élite nobiliaria cercana al poder real, sobre todo, a través de la explotación de un tipo de ganado muy rentable: la oveja merina, y su producto estrella, la lana blanca y fina de excelente calidad.


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Ganados de ovejas desplazándose por la Cañada Real Conquense, a la altura del Pantano de La Cabezuela, en busca de los pastos de invierno del norte de Jaén (2019). Foto autor.


Esto será un elemento clave en el desarrollo económico de las monarquías hispanas. El suelo peninsular comenzará a cubrirse de vías pecuarias por las que se desplazarán, sobre todo, inmensos ganados ovinos en busca de pastos estacionales. Cañadas (75 m. de anchura máxima), cordeles (37.50 m.), veredas (20 m.), coladas (su anchura se determina en el acto de la clasificación) -medidas derivadas de la equivalencia de la antigua vara castellana-, establecían una tupida red de caminos ganaderos (muchos de ellos aprovechando antiguas vías romanas) que comunicaban una buena parte de la Península Ibérica. Castilla se convertirá en el primer exportador de lana fina de Europa durante casi quinientos años; y la gran trashumancia pasará a ser fundamental en el mundo rural de la época.


Y tal es así que toda esta actividad nómada o seminómada, que se ha seguido desarrollando en parte hasta bien entrado el siglo XX, ha dejado su impronta en nuestro paisaje castellano manchego actual, bien a través de las vías pecuarias, las cuales aún conservan sus privilegios -baste recordar el paso de los ganados en la actualidad, aunque de manera simbólica y testimonial por la zona de la Puerta de Alcalá de Madrid, o por las calles de la cercana localidad de Manzanares-, o bien a través de otros elementos enraizados en el paisaje de nuestros cerros, a los que nos vamos a referir a continuación, tales como los corrales para ganados -majadas- o los propios chozos de pastores.


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Cañada Real de Cuenca o Cañada de los Serranos, a su paso por el Jabalón. Foto Autor.


Ambos, majadas y chozos, actualmente ya abandonados y en desuso, son testimonio de una actividad económica que durante siglos debió ser parte fundamental de la economía de las gentes de estas zonas rurales.


Este tipo de construcciones rupestres ganaderas, realizadas con la técnica de la piedra seca, es decir, piedra con piedra, sin ningún tipo de argamasa entre ellas, no es exclusiva de esta zona de la provincia de Ciudad Real, sino que se da en otros muchos lugares de la provincia y de la geografía española -caso de la provincia conquense, Ávila, y otras zonas de Castilla y León, Asturias, etc, aunque generalmente, en entornos cercanos a los caminos de La Mesta, porque están directamente relacionadas con la trashumancia del ganado que durante siglos atravesó estos territorios, así como con los rebaños de ganado de la zona. Los corrales daban protección a estos ganados, evitaban problemas con otros animales depredadores, y permitían a los pastores tenerlos controlados.


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Majadas localizadas en los cerros próximos a Valdepeñas. Foto Autor.


La gran cantidad de corrales o majadas que se pueden ver actualmente sobre el terreno están indicando la abundancia de ganados procedentes de la trashumancia que en determinadas épocas del año hacían acto de presencia, dado que, para el ganado de la zona, creemos que excede considerablemente el espacio utilizado al efecto.


Este tipo de actividades requiere de la construcción de una serie de infraestructuras básicas, sin grandes obras, que permitan llevar a cabo diferentes tareas con el ganado compuesto básicamente de ovejas merinas, aunque a veces el ganado vacuno ha utilizado también tanto las vías pecuarias como los propios corrales -majadas- y apriscos. Dichas tareas podían ser estacionales o incluso anuales, por lo que pueden variar las mencionadas infraestructuras en cuanto a su ubicación, forma y capacidad.


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Cara interna de un muro de majada, de más de 1 m. de altura, donde se puede apreciar su construcción a piedra seca, a base de roca cuarcita del entorno. Foto autor.


Estos corrales, a veces conocidos en otras zonas como tinados, apriscos, rediles, etc., se construyen en función del lugar que lo requiere; por eso, la mayoría de los localizados en las zonas cercanas a Valdepeñas están realizados con piedra cuarcita, al ubicarse en lugares cercanos a vías pecuarias; en lomas, o laderas de cerros, incluso aprovechando algunos abrigos para construir estos apriscos o rediles, lo que evitaba utilizar terrenos dedicados a la agricultura.


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Parte superior de un muro de majada, de 1 m. de grosor. Foto autor.


Hemos de incidir en que estas construcciones también han sido utilizadas hasta bien entrado el siglo XX para albergar en ocasiones a ganados semiestantes de los pueblos de la comarca, aprovechando para ello los pastos de monte bajo de la zona. Sin embargo, consideramos que en la mayoría de los casos muchas de estas construcciones están relacionadas con la ganadería trashumante que durante siglos atravesó estas tierras. Sin duda, las Cañadas reales, cordeles y veredas que atraviesan estas zonas localizadas tanto al Noreste, como al Noroeste de la actual población de Valdepeñas, son un indicativo de primer orden en estas consideraciones.


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Majada circular. Foto autor.



Los corrales presentan una variada tipología en cuanto a su forma, identificándose tanto cuadrados, como rectangulares, trapezoidales o circulares (muy abundantes), que crean imágenes muy curiosas sobre las laderas y las cimas de los cerros. Dispersos a lo largo y ancho de un amplia área, están más concentrados hacia el Sur del término municipal de Valdepeñas, en torno al Jabalón y la zona de Torrenueva.


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Diversas majadas orientadas al sur. Término de Valdepeñas. Foto autor.


Suelen presentar un muro sin cimentación en torno a 1 – 1.40 m. de altura, y un grosor que puede rondar los 0.60 – 0.90 m.; los paños de los muros suelen ser simples, y se conforman las dos caras de los mismos con dos hiladas de piedras trabadas. Hasta el momento se han localizado varias decenas de estas construcciones, lo que indica la abundancia e importancia de la ganadería lanar en esta comarca en siglos pasados; buena prueba de ello son las excepcionales medidas de muchos de estos corrales, que sobrepasan los 15-20 m. de diámetro, aunque se documentan otros de medidas más reducidas (5-8 m. de diámetro).


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Imagen cenital del Cerro de La Cocinilla (Valdepeñas), con diversas tipologías de majadas o corrales. Foto Google Earth. 


Muchos de estos corrales conservan en su proximidad pequeños chozos de pastores, construidos en parte con la técnica de piedra seca.


Los chozos de pastores que hemos localizado tienen todos planta circular, presentando un zócalo de piedra cuarcita de 1 m. de altura aprox., por lo que se completaría el cerramiento de la techumbre con ramajes del entorno, al ser en la mayoría de los casos, construcciones estacionales; en el centro se sitúa la base del poste que sirve de soporte al cerramiento vegetal. Sus dimensiones son reducidas, en torno a 4-8 m. de diámetro exterior. Generalmente se localizan cerca de los corrales de ganado, donde sirve de cobijo a los pastores para guarecerse y pasar incluso las noches, a la vez que pueden controlar los rebaños allí estabulados.


Si bien algunas de estas construcciones han estado en uso por los ganaderos de la zona hasta fechas recientes en que los rebaños han pasado a estar estabulados en establos construidos con muros de ladrillos y techumbres de teja o similar, hemos de matizar que a principios del siglo XIX con la Guerra de la Independencia y posteriormente, con la quiebra del monopolio lanero en Europa, se produjo la ruina de las explotaciones trashumantes. En 1836 la revolución liberal burguesa suprimió la Mesta y sus privilegios; no así las vías pecuarias, que siguen estando activas en pleno siglo XXI.


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Chozos de pastores junto a majadas. Se puede apreciar tanto la entrada como las piedras que sujetarían el poste central del chozo, que estaría cubierto de ramajes. Foto autor.


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Pastores de Valdepeñas en la década de los años 70 del pasado siglo. Fuente: Colección particular.


En Valdepeñas, aún hoy en día podemos rastrear indicios de esta actividad económica, como queda puesto de manifiesto en la calle de La Mesta, situada en la zona sur de la ciudad, como referente de una actividad que durante siglos fue un motor económico fundamental.


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Chozo de pastor, con la entrada al mismo en primer término. Foto autor.


Por tanto, los corrales y chozos ganaderos son una herencia de nuestro pasado y como tal, susceptibles de mantener y proteger en aras de conservar un legado histórico de nuestros antepasados, en lo que significa sin duda, un referente de un modo de vida hoy casi olvidado. 


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MTN de la zona de Valdepeñas donde se localizan la mayoría de los corrales o majadas. Como se puede apreciar, se sitúan en el entorno de la Cañada Real Conquense y en el Cordel del Pozo de la Serna, al sur y sureste del núcleo urbano de Valdepeñas. Fuente: MTN y autor.