viernes, 29 de marzo de 2024, 09:58

Las otras cuevas de Valdepeñas: las cuevas de la guerra

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Cueva del Museo de la Fundación Gregorio Prieto. Foto E.I.C.V.


De todos es sabido la buena fama del vino “Valdepeñas”; a esa fama internacional ha contribuido que durante siglos las cuevas excavadas en la roca caliza de esta localidad manchega hayan servido para dar esa personalidad a sus vinos que se conservaban en las tinajas de barro.


Durante siglos, el vino, ese néctar con el que los dioses del Olimpo regaban sus banquetes, se ha hecho, ha tomado cuerpo y ha envejecido a varios metros de profundidad, en la soledad y el silencio penumbroso de unas cuevas centenarias, que llegaron a ocupar cientos de metros de galerías que, hasta hoy, horadan las entrañas de Valdepeñas.



Sin embargo, estas cuevas, hechas muchas de ellas ya en el siglo XVI y aumentando en tamaño y capacidad durante los siglos siguientes, hasta el último tercio del siglo XIX en donde se excavan con asombrosa profusión para dar cabida a una producción de vino cada vez más abundante, han servido a lo largo de la Historia para algo más que el cometido inicial para el que fueron concebidas; de hecho, en dos momentos concretos de nuestra historia local, una funcionalidad básica ha sido servir de refugios para proteger y salvar a la población en tiempos de conflictos bélicos.


En concreto, nos vamos a referir a dos momentos históricos cruciales, separados cronológicamente más de cien años, pero que han ido marcando el devenir de este pueblo manchego y de sus habitantes.


Comenzamos con un día de primavera de 1808, concretamente, el 6 de junio, cuando las tropas francesas pretenden pasar, camino de Andalucía, por el centro de la población. Aquella osadía del ejército napoleónico dio lugar a un cruel y desigual enfrentamiento que, más de doscientos años después, se sigue conmemorando como una gesta heroica de todo un pueblo que fue capaz de enfrentarse al ejército más poderoso de Europa y conseguir frenar su avance hacia tierras andaluzas.


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Recreación teatral con valdepeñeros refugiados en una cueva. Junio de 2019. Fuente: Eva Mª Jesús Morales.


Sin embargo, aquella memorable acción de los valdepeñeros -que hoy se recuerda y se celebra cada 6 de junio- trajo como consecuencia el asalto a la ciudad y el incendio de muchas de sus viviendas por parte del ejército francés, aunque lo más trágico sin duda, fueron las muertes que ocasionó la lucha. A pesar de ello, y dado que ya se preveía el enfrentamiento, muchas mujeres, niños y ancianos pudieron estar protegidos ocultándose en las cuevas de la localidad vinatera, escapando así de las represalias de las tropas francesas. Esta circunstancia es recogida por Eusebio Vasco en su obra “Ocupación e incendio de Valdepeñas por las tropas francesas en 1808”, en estos términos: “Las mujeres, niños y ancianos e impedidos que no podían tomar parte en la refriega, ocultos en las cuevas destinadas al vino, en silencio y en la más completa oscuridad…” “Como aquellos hechos veníanse preparando de antemano, fueron muchas las cuevas cuyas puertas, cubiertas disimuladamente con esteras, leñas, tierras u otros objetos, ponían a sus moradores a cubierto de todo peligro”. Por último, comenta Vasco: “Puede asegurarse que sin las cuevas, de que están dotadas casi todas las casas de Valdepeñas, la mortandad hubiera sido horrorosa”.


También la narrativa realista de Benito Pérez Galdós ya alude en 1873, en sus “Episodios Nacionales”, a las cuevas de Valdepeñas durante la invasión e incendio de la villa: “En el interior de las casas que no eran presas de las llamas, el espectáculo era más lastimoso, porque no sólo los hombres, sino las mujeres y los niños, aparecían cosidos a bayonetazos en las cuevas…”.


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Interior de la cueva del Museo Municipal de Valdepeñas. Foto EICV.


Es evidente que el número de cuevas existente en Valdepeñas en 1808 poco tienen que ver con las que existen en plena Guerra Civil, tras el incremento que se produce en el último tercio del siglo XIX, a cuenta de la crisis de la filoxera en Francia, que provocó la excavación de muchas de las cuevas que vemos en la actualidad, a la vez que también aumentan en tamaño y profundidad. Por otra parte, la población existente en Valdepeñas tampoco es la misma en 1808 (unos 7.800 habitantes) que a finales de la Guerra Civil (30.409 habitantes, según INE).


Hemos de considerar que nos encontramos ante dos tipos de guerras totalmente diferentes: una en 1808, con ocupación violenta, con destrucción e incendios intencionados de la población por tropas extranjeras, con un ejército profesional altamente preparado, lo que provocó que se optara por proteger a parte de la población valdepeñera en las cuevas de la localidad, escondidos lejos de la contienda, ocultos para no ser masacrados.


Sin embargo, a partir de 1936, tras el estallido de la Guerra Civil, el tipo de guerra ha cambiado radicalmente: ahora la muerte viene del cielo, provocada por los bombardeos de la aviación, por lo que las cuevas vuelven a servir de refugio para la población civil. Durante esta contienda, solo se tiene constancia de algún bombardeo de la aviación franquista sobre la población civil valdepeñera; en concreto, varias bombas arrojadas sobre la zona de la estación del ferrocarril y alguna otra que cayó en la zona de la actual Avenida de Gregorio Prieto y que, según algunas fuentes, produjo varias muertes.


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Bando del 6 de enero de 1939. Fuente: Archivo Municipal de Valdepeñas.


Testimonios orales de valdepeñeros/as que vivieron esos momentos comentan que se refugiaban en las cuevas tras el sonido de la sirena que avisaba de la posible llegada de aviones. La posibilidad de bombardeos nocturnos hizo que la gente se refugiase al caer la noche en las cuevas provistos de picos, palas y esportillas, para poder desescombrar las entradas de las cuevas, caso de que fuera necesario, tras un posible colapso de las entradas por derrumbes que pudieran provocar las explosiones. Un Bando publicado el 6 de enero de 1939 por el entonces alcalde de Valdepeñas, Félix Torres, indica la relación de refugios y la capacidad de los mismos, constatándose que muchos de ellos son cuevas que se utilizaban a tal efecto para proteger a la población civil.


En ambos casos, tanto en 1808 como durante la Guerra Civil las cuevas, sus tinajas y el vino de Valdepeñas, fueron testigos de excepción de todos estos hechos. Hoy, en pleno siglo XXI, cuando aquellos terribles episodios bélicos ya forman parte de nuestra historia, las cuevas de Valdepeñas han pasado a ser un recurso turístico, porque forman parte de nuestro patrimonio, al que hay que proteger como herencia cultural que hemos recibido y debemos transmitir a las futuras generaciones.


Han colaborado en este artículo: Tonka Ivanova Angelova y Ana María Medina Pérez (Equipo de Investigación Cuevas de Valdepeñas, E.I.C.V.) y Eva María Jesús Morales.


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Cueva particular. Finales del siglo XIX-principios del XX. Fuente: EICV.


Para saber más:

Fernández Maroto, Domingo; Medina Pérez, Ana María y Angelova Ivanova, Tonka; “¿Patrimonio incompatible? Las cuevas de Valdepeñas (Ciudad Real)”, 2020.

Pérez Galdós, Benito: “Episodios Nacionales”, 1873.

Vasco, Eusebio.: “Guerra de la Independencia: Ocupación e incendio de Valdepeñas por las tropas francesas en 1808”, Valdepeñas, Imprenta de Mendoza, 1908.


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Cueva particular. Finales del siglo XIX-principios del XX. Fuente: EICV. 


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Cueva particular. Finales del siglo XIX-principios del XX. Fuente: EICV.