jueves, 25 de abril de 2024, 04:03

Operación Balmis: Algo más de 200 años después

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Grabado de Balmis por Elías Corona


La historia de nuestros pueblos es la historia de sus gentes, de sus vecinos, de sus vivencias, de sus quehaceres diarios, de sus logros y sus fracasos…con todo ello se va forjando día a día, año tras año, siglos de historia… Con estos pequeños “ecos” o anécdotas de nuestra historia, queremos contribuir desde ORISOS a difundir, a dar a conocer nuestra historia más cercana…


Operación Balmis: algo más de 200 años después


A raíz de la pandemia del COVID-19 se ha conocido a Balmis, un cirujano de la Cámara del rey Carlos IV, que lideró la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna de la Viruela por las colonias de España en el Sur y Centroamérica y hasta Filipinas y China.


Sin entrar en datos médicos, se ha de señalar que la viruela era una enfermedad sumamente contagiosa y con una mortalidad del 20%; a esto, añadir que los supervivientes sufrían graves secuelas, la principal, la ceguera. Esta epidemia, o en términos actuales, pandemia, se propagó en Europa durante los siglos XVII y XVIII, contabilizándose en este último siglo unas 400.000 personas por año; por lo que la población se vio gravemente diezmada.


La población se enfrentaba a una enfermedad que no distinguía de sexo, posición social o económica… y, en parte gracias a este hecho, se buscaron medidas para paliar la enfermedad. Decimos que el detonante, fue que una de las hijas de Carlos IV, contrajo la enfermedad en 1798; si bien la infanta se restablece, se plantean imponer medidas para evitar el contagio al resto de la familia.


Sin llegar a ponerse de acuerdo en cómo ocurrió, la enfermedad de la viruela llegó a las colonias de España en América y, si aquí había producido grandes estragos, para la población indígena de las Américas supuso reducir la población en un 50% en algunas zonas. La enfermedad había sido introducida allí por los colonizadores, por tanto, las terapias para su curación también debían exportarse.


En un primer intento de terminar con la enfermedad, y una vez que la vacuna ya había sido descubierta, se llevó esta a algunas poblaciones, a finales el sigo XVIII, entre ellas a Brasil, Buenos Aires, Lima… pero no con la vacunación generalizada a la población. Por ello, y dado que en las circunstancias del contagio, esta enfermedad no era selectiva, se sintió la necesidad de actuar frente a la pandemia para aliviar a todo el pueblo.


Así, y tras superar la gran burocracia ya de la época, se publicaba el 6 de junio de 1803 la Real Orden por la que disponía la organización de la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna, y se nombraba director de la misma al cirujano militar de la Corte, Francisco Xavier Balmis y Berenguer.


En los objetivos que se señalaba en la Real Orden de esta Expedición, estaba difundir la vacuna por los Virreinatos ultramarinos, instruir a los sanitarios locales, para poder continuar con las vacunaciones cuando los expedicionarios regresaran, y crear las Juntas Locales de Vacunación.


La creación del equipo que acompañaría a Balmis en esta expedición sería designado por él mismo. Así, el grupo quedó formado por cirujanos, practicantes y enfermeros; y una única mujer que se incluyó en la Expedición, la Rectora de la Casa de Expósitos de La Coruña. El acompañamiento de esta Señora se debió a que en el conjunto de los que iban a trasladarse a las américas estaban incluidos un número de niños que sirvieron para transportar la vacuna, por todo el mundo, manteniendo la cadena brazo a brazo para que no se rompiera.


En otras propuestas de llevar la vacuna a esas tierras se vieron relegadas por no encontrar el modo de transportar estas en condiciones óptimas. Ante esa situación, lo importante era encontrar el medio de transportar la vacuna. Esa labor la ejecutaron niños expósitos.


La Expedición no hubiera sido posible sin estos niños que actuaron como reservorios naturales de la vacuna: niños expósitos, niños provenientes de las inclusas y de familias desestructuradas. Estos niños que, según se indicaba en la Circular para la propagación de la vacuna, fechada en San Ildefonso el 1 de septiembre de 1803 “…serán bien tratados, mantenidos y educados, hasta que tengan ocupación o destino con que vivir, conforme a su clase y devueltos a los pueblos de su naturaleza, los que se hubiesen sacado con esa condición”.


Así, la única posibilidad de transportar la vacuna en condiciones favorables, debido al trayecto hasta llegar a América (más de un mes de viaje) era mediante la inoculación de brazo en brazo de estos niños que, siendo tan relevante su participación, su identidad cayó en el olvido.


Este grupo de los niños expósitos, eran niños al margen de la sociedad no por delitos propios, sino por una “culpa original irredimible”. El niño expósito llevaba una tara imborrable, no tenía apellido y eso le cerraría todas las puertas en la sociedad. ¿Por qué esta situación de desprecio de una vida indefensa e inocente? La hipocresía de la sociedad, la presión de la miseria, la rigidez de las relaciones sexuales, cuya trasgresión lleva al castigo y a la vergüenza.


Fueron muchos los niños expósitos utilizados. Los diez primeros seleccionados de la Inclusa de Madrid y los doce siguientes, hasta completar los veintidós que fueron a América, de la Casa de Expósitos de Santiago de Compostela; además de los que fueron seleccionados para las Expediciones internas de los Virreinatos, y la que llevó también a Filipinas y Macao la vacuna, igualmente de las Inclusas de México.


Pero, ¿por qué la importante intervención de estos niños ha pasado tan desapercibida? “Aquellos hijos de la pobreza y la desvergüenza eran las cabezas de turco que en muchas ocasiones pagaban con su vida la miserable cuna en la que habían nacido. Envidiaba su ingenuidad a pesar de sus desdichas”.


Solo en Balmis recayó la responsabilidad de localizar a los niños que iban a ser utilizados en esta Expedición; pero, evidentemente, los padres no iban a dejar ir a sus hijos, sin tener la certeza de que regresarían, y más aún, si sobrevivirían a esta Expedición. Por ello, Balmis se vio en la obligación moral de seleccionar niños sin padres conocidos, o de madres solteras y que pertenecientes a los grupos más desfavorecidos de la sociedad, no pudieran ser reclamados. Y esta medida fue la tomada cuando se hubo de volver a destinar niños a esta función.


Solo a Balmis (con la colaboración posterior de otras muchas personas) puede atribuírsele la consecución de esta hazaña que supuso la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna, un hombre un tanto huraño, según se ha transmitido de los pocos datos biográficos personales que se le reconocen, con un gran servicio a la humanidad, que dedicó su vida a esta Expedición y a las que posteriormente se fraguaron.


Para saber más:

Veiga de Cabo, J; de la Fuente Díez, E.; Martín Rodero, H. (2007). La Real Expedición Filantrópica de la Vacuna (1803-1810). Med Segur Trab, LIII (209), pp71-84.

Asensi Botet, F. (2009). La real expedición filantrópica de la vacuna (Xavier de Balmis/Salvany). 1803-1806. Rev Chil Infect 26 (6), pp 562-567. 

Ramírez Martín, S. M. (2004). El legado de la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna (1803-1810): Las Juntas de Vacuna. Asclepio, LVI (1), pp 33-61.

Peláez Fernández, P. (2005). Los Niños expósitos en Ciudad Real. Historia de un apellido. Valdepeñas: Ayuntamiento de Valdepeñas-Centro Asociado UNED.

Novela histórica:

De Artega, A. (2010). Ángeles custodios. Zeta Maxi.

García, E. V. (2005). La soledad de Balmis. Madrid: Biblioteca Nueva.

Película:

Bardem, M. (Director). (2016). 22 Ángeles [Televisión], España. Four Luck Banana / Sunrise Picture / Televisión Española (TVE).

Imágenes:


Cátedra Balmis de Vacunología, Universidad de Alicante, disponibles en https://balmis.org/imagenes/


[1] http://elcriticodenoticias.blogspot.com/2020/06/dia-82-del-confinamiento-por-la.html

[2] García, E. V. (2005). La soledad de Balmis. Madrid: Biblioteca Nueva.

[3] Asensi Botet, F. (2009). La real expedición filantrópica de la vacuna (Xavier de Balmis/Salvany). 1803-1806. Rev Chil Infect 26 (6), pp 562-567.

[4] Ibidem, p 562.


[5] Veiga de Cabo, J; de la Fuente Díez, E.; Martín Rodero, H. (2007). La Real Expedición Filantrópica de la Vacuna (1803-1810). Med Segur Trab, LIII (209), pp 71-84.

[6] Ramírez Martín, S. M. (2004). El legado de la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna (1803-1810): Las Juntas de Vacuna. Asclepio, LVI (1), pp 33-61.


[7] Veiga de Cabo, J; de la Fuente Díez, E.; Martín Rodero, H. (2007). La Real Expedición Filantrópica de la Vacuna (1803-1810). Med Segur Trab, LIII (209), p 75.

[8] Peláez Fernández, P. (2005). Los Niños expósitos en Ciudad Real. Historia de un apellido. Valdepeñas: Ayuntamiento de Valdepeñas-Centro Asociado UNED.

[9] De Artega, A. (2010). Ángeles custodios. Zeta Maxi, p 21.


[10] García, E. V. (2005). La soledad de Balmis. Madrid: Biblioteca Nueva, p 17.


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Desastres de la guerra, de Francisco de Goya (1810-1814) 1ª edición. Real Academia de Bellas Artes de San Fernando – Museo del Prado



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Jenner realizando su primera vacunación en 1796, de Ernest Board (1910)



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Expedición de Francisco Balmis a la América, por Francisco Pérez. Litografía de Manini y Cía.



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Mapa de la Expedición conjunta (30/11/1803-08/05/1804) Elaboración Cátedra Balmis de Vacunología, Universidad de Alicante.


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Hospital de la Caridad de A Coruña. Archivo Municipal de A Coruña