viernes, 19 de abril de 2024, 06:48

Bodegas Brotons cumpliría 100 años

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Joaquín Brotons Peñasco

www.joaquinbrotons.com


El periodista José Luis Martínez, Licenciado en Ciencias de la Información- rama de periodismo-por la Universidad de Salamanca y con Máster en Viticultura, Enología y Marketing del vino, entre otros, que fue responsable de promoción del “Museo del vino de Valdepeñas” y trabajó como jefe de Gabinete de Relaciones Públicas y Comunicación en el Departamento de Marketing de las conocidas bodegas: “Félix Solís”, entre otras grandes industrias vinícolas, escribe en su imprescindible libro: “La genealogía de las Bodegas en Valdepeñas” (Ed. Ayto. de Valdepeñas, 2005), en el capítulo: “Los Brotones” de la sección: “Las grandes bodegas del siglo XIX”…”El origen de estas bodegas se remonta a finales del siglo XIX, cuando el alicantino Joaquín Brotons Fenoll, nacido en Elche, en 1880, se instala en Valdepeñas, casándose en 1903 con Isabel Gonzálvez Vives, con la que tuvo seis hijos…”


Efectivamente, corría el año 1903 cuando los ilicitanos Joaquín Brotons Fenoll e Isabel Gonzálvez Vives –mis abuelos- vinieron a Valdepeñas, donde el primer negocio que abrieron fue una alpargatería, que tenía taller propio de fabricación, situada en la calle: Cruz Verde, 1-3, esquina a calle: Real, donde tenía la puerta de entrada y el escaparate; comercio, que, tras el fallecimiento de los fundadores, heredaron sus hijas: Felisa e Isabel, que lo tuvieron abierto hasta el año 1972, en que se casó mi prima “Felibel”, hija de mi tía Isabel.


Se aposentaron mis antecesores en la calle: Balbuena, 5, en la; “Ciudad del Vino”, donde nacieron sus hijos: Asunción (1905), Joaquín (1909), Francisco –mi padre- (1912), Felisa-Consolación (1914) y Concepción-Isabel (1923), menos Matías, que nació en la calle: Cárcel Vieja, 10, el 1/12/1907.


BODEGAS SANTA POLA.


En el año 1920 mi citado abuelo elaboró vino por primera vez en Valdepeñas, caldo, que vendió en 1921, en la nombrada ciudad y patria chica de Bernardo de Balbuena, Juan Alcaide, Gregorio Prieto, Francisco Nieva… menos una partida que envió con su joven hijo Matías por ferrocarril a Elche, su ciudad natal, que, junto a Ramón-hermano de mi abuelo- comercializaron en la Ciudad de las Palmeras, donde el adolescente Matías, que sólo contaba 14 años de edad, ya mostraba sus habilidades para el mundo del comercio y la empresa, dado que era decidido y emprendedor, como demostró años después, que ocupó cargos públicos de cierta importancia, como: Vocal del Sindicato de la Vid de Valdepeñas y Vocal del Sindicato de Productos Hortícolas en Ciudad Real, dado que pronto comenzó a dedicarse a la compra venta de frutas y pescados, negocios a los que se sumaron sus hermanos: Joaquín y Francisco, pero los tres de forma individual.


Algún tiempo después Joaquín Brotons Fenoll compró una bodega a las hermanas Petra y Manuela Sánchez Núñez y a la que puso el nombre de: “Santa Pola”, “cercado de tapias-bodega”, que contaba con todas las instalaciones necesarias para hacer vino y una capacidad de 14000 arrobas (224.000 litros)-posteriormente, se amplió con una bodega de tinajas de cemento a más del doble-. Estaba situada en el “Camino Viejo de Almagro”, que antes se llamó del “Molino de los frailes nº 1”- según indica la escritura de compra-venta-, lindero con la bodega de Maroto, en la popular barriada conocida por el nombre de la “Venta del Aire”-hoy barrio de San Pedro-, muy cerca del descargadero de la estación de Ferrocarril, algo que era fundamental en aquella época, ya que, la mayoría de las mercancías se remitían por el citado medio, desde que, en 1861 se puso en circulación el famoso: “Tren del Vino”, que, diariamente, arrastraba 25-30 vagones cargados de pellejos del néctar valdepeñero blanco y tinto, que llevaba a la estación de Madrid-Atocha, donde abastecía 810 tabernas, según nos dice el cronista oficial de la Villa y Corte, Mesoneros Romanos, en sus Crónicas Matritenses; vino del que el gran escritor Alejandro Dumas dijo: “Era vino de Valdepeñas legítimo, de áspero y excitante sabor. Este vino áspero y espeso que para los buenos bebedores tiene la ventaja de no embriagar”.


FRANCISCO BROTONS.


Después de finalizar la cruenta guerra incivil española, Francisco Brotons Gonzálvez-mi procreador-, tras casarse el 24/9/1939 con María Jesús Peñasco Sánchez- mi madre- comenzó a hacer vino en una bodega alquilada, sita en la calle: Bataneros, 17 (ahora nº 21), esquina con Buen Suceso, donde actualmente tiene las cocheras mi pariente Santiago Martínez-primo de mi madre-, lo que ocasionó que mi tío Matías, que era el que le gustaba siempre partir el bacalao-era el hijo preferido del abuelo-, quisiera comprarle la bodega a su padre, pero mi abuelo le dijo, que “tenía más hijos y no podía venderle la bodega a él solo, que lo que debían hacer es crear una sociedad, porque todos juntos podían juntar un capital”.


Ese fue el motivo de que mi abuelo le vendiera por un precio irrisorio la bodega a su vástago Matías, pero para crear la sociedad, que el 21 de agosto de 1944 se constituyó ante el notario de Valdepeñas, don Federico del Real. Fue denominada Sociedad Mercantil Regular Colectiva: “Matías Brotons, Hermanos y Compañía”, creada por mi abuelo Joaquín, junto a sus hijos varones: Matías, Joaquín y Francisco- mi antecesor-, empresa, que se dedicaría a la agricultura de viñas y olivares en sus fincas: “Casa de don Pelayo” y “Casa de la Gorda”, junto a la elaboración y exportación de vinos blancos y tintos; además de la venta al por mayor de frutas, pescados frescos, conservas y salazones, entre otras “actividades lícitas”, según indica la escritura, y en la que los cuatro socios aportaron la misma cantidad: 50.000 pesetas cada uno de ellos, lo que hacían un total de 200.000 pesetas de la época, que era una enorme cantidad de dinero en aquellos años, si tenemos en cuenta que, el solar-era un descampado- junto a la bodega citada del abuelo, que compró mi tío Matías para ampliarla le costó 4000 reales (1000 pesetas), lo que ahora sería 6 euros-más o menos-.


Como mi varias veces nombrado padre, Francisco (Paco para la familia) era el único de los tres hermanos que sabía hacer vino y tenía carnet de conducir, fue el que se encargó de la elaboración del mosto fermentado de la uva en la bodega “Santa Pola”, siendo su hermano Matías el artífice principal de la comercialización-aunque no el único-, dado que era de carácter abierto y formal en el trato, pero ególatra y autoritario, hasta el extremo de que como era el hermano mayor siempre ejerció de patriarca, algo que era normal… en aquellos tiempos de padres dictadores y primogénitos que, lo que decían o hacían “iba a misa”, porque el hermano mayor al morir el padre ocupaba su puesto en la jerarquía familiar, era el “páter-familias”, que decía un libro de la asignatura de “Derecho Romano”, cuando el autor de este reportaje estudiaba Derecho, en la Universidad Nacional de Educación a Distancia: UNED.


Mi papá, como la mayoría de los bodegueros de aquellos años, en Valdepeñas, no tenía estudios de Enología- aunque había leído algunos libros sobre el tema, porque en su biblioteca aparece, entre otros, un tomo titulado: “Enfermedades de los vinos”, de Raimundo Brunet (Salvat Editores, S.A. Barcelona, 1932)-, pero era un excelente vinatero autodidacta, que fabricaba un vino magnífico, que el abogado, juez, cronista oficial de Madrid, periodista, colaborador del diario: “ABC” y escritor, Antonio Díaz Cañabate, elogia en su libro: Historia de una Taberna (Espasa Calpe. Madrid, 1947) y “Historia de una Tertulia” (Espasa Calpe. Madrid, 1953). También el gran pintor Zuloaga lo elogia en 1944: “Cada vez está mejor el vino de mi colega Antonio Sánchez: Vino puro, sin química…”, refiriéndose el maestro de los pinceles al vino de Brotons, que elabora mi procreador, como ya he dicho anteriormente.


TABERNA DE ANTONIO SÁNCHEZ.


Además, era el vino, que se le servía desde antes de la guerra-según contaba mi primo Antonio- a la mítica taberna madrileña de “Antonio Sánchez”, que no se sabe cuándo fue fundada, ya que se pierde en la niebla de la noche de los tiempos, pero en 1787, cuando reinaba Carlos III ya se servía vino de Valdepeñas, y en 1892 estaba a nombre del valdepeñero Antonio Sánchez (padre del torero y pintor del mismo nombre), y en la que con el vino que hacía mi progenitor tenían tertulia semanal, entre otras, las siguientes personalidades: Los escritores: Valle-Inclán, Pío Baroja, Julio Camba, José María de Cossío, Eugenio D’Ors, Emilio García Gómez; los pintores: Ignacio Zuloaga, Joaquín Sorolla, Daniel-Vázquez Díaz; los escultores: Sebastián Miranda y Juan Cristóbal; los toreros: Domingo Ortega, Juan Belmonte y Vicente Pastor…


OTROS CLIENTES


También merece la pena destacar entre los clientes del vino de Brotons, en la varias veces centenaria tasca ilustrada de A. Sánchez, que, como ya he narrado producía en aquellos años mi procreador, los componentes del grupo fundado hacia 1945 de los “postistas”: Gabino Alejandro Carriedo, Carlos Edmundo de Ory, Francisco Nieva, Ángel Crespo, Carlos de la Rica, Santiago Amón, Fernando Arrabal, Gloria Fuertes, poeta y amiga con la que compartí muchas veces el vino y la amistad en la citada taberna, que era asidua de dicha tasca añeja y cargada de historia, donde solía sentarse siempre en la misma mesa que, años antes, lo hiciera el grandísimo pintor Zuloaga, que hizo su última exposición en vida, en 1944 y en dicha taberna, en la que colgó dos cuadros: “El Chepa” y “Retrato de Antonio Sánchez”, muestra, que hizo en recuerdo y homenaje a sus amigos y particularmente a su íntimo colega y alumno de artes plásticas, Antonio Sánchez, torero, tabernero y pintor costumbrista, que obtuvo varios premios prestigiosos, entre los que destacan los de la “Exposición Nacional de Valdepeñas”, entre los que sobresalen sus obras: “El Manito”, que ganó el 1º Premio, óleo que también obtuvo ese mismo año premio en el Salón de Otoño de Madrid; asimismo, en 1946, fue galardonado en la exhibición de la “Ciudad del Vino” con el 1º Premio con su tela: “Picador” y en 1949 le fue otorgado otra vez el 1º Premio con su obra: “Autorretrato”, entre otros galardones, aunque exposiciones individuales hizo pocas, dado que, el pintaba por puro placer y no vendía, pero sí realizó un par de exposiciones en Madrid, en 1936 en el “Liceo Andaluz” exhibió quince óleos de tema taurino y en 1947 hizo otra muestra con sus trabajos en la “Librería-Galería Clan”, galería, en la que colgó 21 óleos y 6 dibujos. Dicha galería fue muy importante, ya que mostró obras de artistas prestigiosísimos: Picasso, Klee, Chagall, Benjamín Palencia…


También, era parroquiano del vino de Brotons y del yantar de la taberna el escritor, Camilo José Cela, que, posteriormente, sería Premio Novel y que en 1966, en un artículo del diario: “ABC”, escribió sobre dicha tasca y sus caldos. Igualmente fueron fieles de la emblemática taberna: los alcaldes Tierno Galván y Juan Barranco; así como los periodistas: José Luis Pecher, Luis Carandell, Pedro de Lorenzo, Santiago Castelo; junto a gentes del mundo del espectáculo y la farándula: Joaquín Sabina, Pedro Almodóvar, Ana Belén, Joaquín Cortés, Paco de Lucía, Camarón, Tomatito, el Príncipe Gitano….


GREGORIO MARAÑON.


Pero entre todos los más fieles abonados de la taberna y degustadores del vino de “Bodegas Brotons” sobresale el afamado doctor don Gregorio Marañón, científico, historiador, escritor y pensador, perteneciente a la generación de 1914, que fue cliente toda la vida hasta su muerte de la bodega de mi padre y mis tíos: Matías y Joaquín, cuyos sobres para enviarle las facturas redactaba mi hermana Isabel, en una máquina de escribir que había en las oficinas de la empresa familiar, en las que estaba mi tío Joaquín, mi prima Isabel, mi hermana también Isabel, y “Nina” (sobrina de mi tío Joaquín), dependencias, situadas en Valdepeñas, en las calle: Virgen, 3, donde también tenía su sede el almacén de productos hortofrutícolas, pescados frescos, conservas, coloniales y salazones, cuya razón social, después de morir mi yayo, el 11/3/ 1952- su necrológica la publicó en la portada el diario de Ciudad Real: Lanza, el día 12- pasó a denominarse: “Matías Brotons y Hermanos, S.R.C”, razón social con la que estuvo hasta el año 1967, en la que se creó la sociedad anónima.


“Vivir es defenderse de la vida que nos va matando. En esta lucha, la eficacia del vino es incalculable”, estas son las palabras del eminente doctor Gregorio Marañón declarado degustador del vino de Valdepeñas y cliente hasta su muerte de “Bodegas Brotons”, las mismas bodegas que hasta su cierre, en 1992 suministraron el vino a Antonio Sánchez. Tenían fama de ser caldos de calidad lo que hace que también fuesen de los más caros que se podían comprar en las tabernas madrileñas como vemos en una relación de precios de 1963, que publica el: ABC”, según nos informa mi buen amigo y colega “tabernícola” el profesor y escritor, Antonio Pasies Monfort en su muy interesante libro: “Historia de la Taberna más antigua de Madrid (Siglo XVIII, Antonio Sánchez) y otras viejas Tabernas de Lavapiés”.


Tras el fallecimiento del prestigioso galeno continuó de cliente su viuda, doña Dolores Moya, que, el aprendiz de poeta y escritor que era el autor de esta reseña, en aquellos años, redactaba la dirección en el sobre en una máquina de escribir: “Olivetti” y le adjuntaba las facturas y les pegaba el correspondiente sello de correos, el franqueo…, que, curiosamente, se llamaba en aquellos años del franquismo que, actualmente, tanto revuelto crea entre las dos Españas, que están volviendo a enseñarse los afilados colmillos, como los lobos cuando quieren ser el macho alfa que guíe la manada…


En 1951 la sociedad familiar: “Matías Brotons, Hermanos y Compañía, S.R.C”, compró a “Pantoja”, su bodega, que fue fundada en 1899, pero eso lo narraré próximamente en otro reportaje, que verá la luz en este mismo diario.


Joaquín Brotons Peñasco.

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