Quién se queda en la superficie del entendimiento, quizás por falta de conocimiento o por no tener muy buena información, cree que el Yoga es ejercicio físico solamente, posturas contorsionistas que más bien son para personas jóvenes, delgadas o muy flexibles. Error, el Yoga es una práctica que fomenta la abundancia física, mental y emocional. El yoga es un método de mejoramiento humano y una ciencia integral de la salud, a la par que la más antigua técnica de autorrealización, y esto no se consigue simplemente haciendo unas cuantas posturas para hacernos una foto y colgarla en las redes sociales. El Yoga está reconocido por la organización mundial de la salud. Y es algo natural que utiliza la respiración, la relajación, la concentración, el control del cuerpo y de la mente. Esto es bueno, es natural, es algo complementario que deberíamos aprovechar para ayudar a nuestra salud integral.
En estos momentos necesitamos de herramientas que nos ayuden a llevar mejor esta situación tan difícil; que nos aporte otra visión de lo que ocurre; que me ayude a paliar el miedo y la ansiedad, y que me permita no convertir el dolor en sufrimiento.
En estos momentos nuestra mente está en modo preocupación, en modo miedo y en modo bucle repitiendo un mantra que no nos ayuda a vivir el momento.
Nos sentimos con pena, impotencia, rabia, dolor y falta de comprensión. Y es normal, pero hay que cambiar ese mantra y la vibración que sostenemos.
Se oye decir que la Tierra nos está hablando, como dando un mensaje para que cambiamos, para que entendamos, para que dejemos de “vivir un sinvivir”.
También que quizás esto está pasando para que aprendamos lo importante que somos los unos para los otros. Cómo echamos de menos el afecto, vernos, abrazar…
Hoy día se hace imprescindible tener a mano recursos que nos puedan ayudar a vivir dentro de esta especie de vorágine. Se hace mucho más palpable que lo que necesitamos no es seguir buscando esa felicidad efímera que dura poco tiempo, que corremos detrás de ella y que nunca alcanzamos y que se sustenta en cosas que son más bien materiales o están basadas en el disfrute de nuestros sentidos externos. Y la cosa es que estos momentos duran poco, vienen y van, se esfuman. Hoy necesitamos y anhelamos algo que está más allá de la felicidad: La Paz Interior, un sentimiento que se instale dentro, que no se pierda tan a menudo y que, aun viviendo momentos difíciles, podamos saborearla para que sea el néctar que nos dé la calma y la serenidad.
Es un buen momento para la reflexión, para la introspección, para estar con uno mismo, aunque estemos en casa con más miembros de la familia. Es un buen momento para decidir cómo quiero vivir y si me gusta lo que estoy haciendo. Es un buen momento para ver por qué hay cosas que me molestan y sacan de quicio. Es un buen momento para hacer algo que nunca puedo, entre otras cosas, no hacer nada, que eso nos cuesta mucho pues siempre tenemos que estar entreteniendo la mente con algo para mantenernos adormilados como en una especie de anestesia para poder soportar un día a día fuera de los niveles lógicos y naturales que un ser humano debería aguantar. Es un buen momento para revisar esos niveles que manejamos y nos manejan. Es un buen momento para dialogar con una buena conversación que profundice y exprese desde el corazón. Es un buen momento para cambiar nuestra vibración hacia la esperanza y la confianza. Es un buen momento para vivir la incertidumbre sin miedo, como el que espera que llegue algo mejor. Estamos todos pensando en que esto pase y volvamos a la normalidad. Pero ¿nos hemos planteado si esa “normalidad” es normal y sostenible? ¿No sería mejor dejar que esto pase, y mientras que pasa, descubrirme un poco más, y cuando volvamos a salir de esto, lo hagamos habiendo hecho cambios y con el compromiso de poner en práctica lo aprendido en este aparente confinamiento? Porque como salgamos igual que entramos esta experiencia habrá servido de poco.
Es un buen momento para no desperdiciarlo estando todo el día mirando el móvil, internet o la televisión.
Ponte una música relajante, túmbate en un sillón o en una colchoneta en el suelo. Deja el cuerpo caído con las piernas ligeramente abiertas hacia los lados. Los brazos también abiertos y las palmas de las manos hacia arriba. Siente tu cuerpo, siente la respiración y localízala en el abdomen. Inhala y exhala por la nariz. Hazlo de forma natural sin que fuerces nada. Siente solo la música y las sensaciones corporales. Deja que la relajación se instale dentro de cada célula de tu cuerpo y que la mente tenga este momento de felicidad, más bien de Paz Interior.
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Luis F. Caminero López de Lerma