viernes, 19 de abril de 2024, 10:22

El diario de Ana Frank

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Al comienzo hace una breve introducción sobre quién fue Ana Frank, cómo se trataron sus manuscritos y cómo fueron saliendo a la luz la existencia de páginas desconocidas en un primer momento. Se habla, pues, de las ediciones que ha tenido y del trayecto recorrido por Otto, el padre de Ana, para que su diario formase parte de un futuro de colección. Aparecen, no obstante, las muchas limitaciones que la editorial puso cuando se publicó el libro en 1947, puesto que la literatura juvenil no estaba acostumbrada a tratar temas ‘tabú’ con tanta libertad.


Todo comienza cuando la niña escucha en la radio un discurso del Ministro de Educación holandés en el exilio que exponía que cuando la guerra acabase debían recopilar y publicar todos los escritos que testificasen el sufrimiento del pueblo holandés durante la ocupación alemana. De modo que, Ana comenzó a reelaborar los escritos que tenía hasta el momento y confeccionarlos para poder publicar un libro una vez terminada la guerra. La niña comenzó a hacer especulaciones sobre la publicación. Si el libro llegase al mercado, asociaría un pseudónimo a cada personaje para que no aparecieran los originales. Ella se llamaría Ana Aulis o Ana Robin, pero finalmente su padre optó por mantener su apellido natural, aunque decidió mantener la propuesta de su hija y cambiar el nombre al resto de personajes. Durante la reelaboración, Ana añadió partes a los manuscritos originales y es un detalle que se haya indicado el fragmento que ha sido añadido.


Cuando Ana comenzó a escribir este libro tan solo tenía 13 años y, a pesar de sus ‘cosas de niña’, se aprecia en sus palabras cierta madurez que en la actualidad los niños de su edad carecen, por norma general. Después de leer lo que ponía un año y medio después del arranque del diario, se observa un gran crecimiento literario en sus palabras. El libro comienza de una forma muy suave hablando del colegio y, poco a poco, va introduciendo pedazos de la historia judía. Por su parte, es increíble cómo se palpa el miedo en el papel y todos los tipos de prohibiciones que tenían los judíos, en muy diversos ámbitos como la educación, las relaciones de amor y amistad, etc.


Aunque es bastante pesado de leer, guarda una historia muy enternecedora. Es un libro muy particular. Hay que destacar la personalidad de la protagonista como elemento clave. El epílogo y la introducción han sido las partes que más me han gustado y me han ayudado a comprender de un mejor modo la historia. En el epílogo explica qué destino le correspondió a cada personaje y las separaciones que se produjeron al trasladar a cada miembro de la familia a diferentes campos de concentración. Algo que me ha resultado muy impactante ha sido que Ana murió tan solo un mes antes (aproximadamente) de que el campo de concentración en el que se alojaba (Bergen-Belsen) fuera liberado por las tropas inglesas. Otra curiosidad ha sido que Ana no murió en una cámara de gas como muchos piensan, fue por otro motivo. De no haber sido por dicha razón, quizá hubiera salido ilesa de tal circunstancia. Otto fue el único superviviente del libro y rehízo su vida años después, aunque hasta su muerte se dedicó expresamente a la publicación de las memorias de su hija.