viernes, 29 de marzo de 2024, 15:09

Con Podemos, otra Valdepeñas es posible

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Dice un viejo aserto cristiano que el mayor triunfo del diablo es haber convencido a la humanidad de que no existe. D. Francisco Delgado trata, usando los medios que el Ayuntamiento pone a su alcance y que pagamos todos los valdepeñeros, de hacernos creer que la realidad es ciencia ficción. Que su partido y su alcalde se saltaron a una persona de la bolsa de trabajo por mandato de Rajoy. Que la sentencia condenatoria al Ayuntamiento (otra más, a pagar entre todos), no ha tenido lugar. Las críticas a los modos de hacer son pataletas, el rival político es denigrado. Que su mala y vieja política, diabólica, muy cercana al neocaciquismo imperante, no existe.


La realidad es bien distinta. Y tozuda. Algo está cambiando. Y como todo cambio, asusta a los que no quieren que nada cambie. La realidad es que aunque el señor Delgado no estuviera en el Ayuntamiento en 2011, hoy sobre su mesa está el problema y él es el responsable de darle solución. La realidad es que el señor Delgado es el portavoz del Ayuntamiento que perpetró la manipulación de la bolsa de trabajo. El responsable de darle voz ante la petición de explicaciones. La portavoz del Círculo aportó los datos de desempleo citando sus fuentes, que no son otras que el cálculo que un prestigioso diario económico nacional realiza. No existen datos oficiales de paro desglosados por municipios. Todo lo más, la EPA se desglosa por provincias. Nuestra fuente es transparente y la comparación con otras localidades con datos calculados exactamente de la misma manera, perfectamente válidos. ¿Cuál es el cálculo del señor Delgado? ¿Cuáles son sus fuentes oficiales? ¿Quién es el constructor de relatos de ciencia ficción y quién muestra los pelos de la burra? Y como en tantas ocasiones, ante la inexistencia de argumentos con los que rebatir la realidad, D. Francisco Delgado recurre a la descalificación personal, mil veces escuchada, que es la certificación de la derrota que se le avecina. Es el miedo que se apodera de su voz. Es el miedo al cambio. Es el miedo a que se plantee que otra Valdepeñas sea posible. Y ante su miedo relleno de matonismo, no nos callará. Seguiremos denunciando sus desmanes allí donde podamos alzar la voz. Sin miedo. Nosotros no somos miedo. Somos la ilusión y esperanza de una Valdepeñas mejor, más justa y más digna.